Jueves, 18 de Abril 2024

LO ÚLTIMO DE Ideas

Ideas |

Intransigencia

Por: Eugenio Ruiz Orozco

Intransigencia

Intransigencia

Campo de´ Fiori.- La estatua entre siniestra y enigmática de Giordano Bruno preside este histórico espacio en el centro de Roma, a unos pasos del Palacio Farnese, famoso por haber sido habitado por Julia Farnese, la poderosa e influyente amante del Papa Alejandro VI, Rodrigo Borja, a quien debemos hablar español.

Aquí, en este lugar, Giordano fue reducido a cenizas por la intransigencia.

Siendo fraile expuso sus ideas, muy adelantadas a su época (vivió en la segunda mitad del siglo dieciséis), y la inquisición ordenó quemarlo con leña verde.

Intransigencia de los que gobernaban a la Iglesia. Ignorancia.

Él se negó a aceptar, aún con humildad fingida como Galileo. Su intransigencia le costó la vida. Soberbia.

Cuentan los relatos que, en el martirio, no pronunció una sola queja. Ni un solo lamento. La verdad estaba por encima de todo y de todos, incluso de su propia vida.

Giordano cometió el sacrilegio de romper con el dogma del geocentrismo. Dios y su creación perfecta, el hombre, no eran el centro del universo, dijo.

Lejos, muy lejos, a siglos de distancia, el Big Bang y los nuevos descubrimientos científicos y tecnológicos.

En el año 2000, Juan Pablo II ofreció públicas disculpas en nombre de la Iglesia por esos hechos.

El Papa Clemente VII, que en eso de ejercer el poder lo hacía como los mismísimos Césares, no se anduvo con cuentos, aunque hay que decirlo, le hizo la luchita. Finalmente era uno de ellos y no precisamente de una orden menor. Era fraile dominico.

Sin embargo, Giordano no se bajó de su macho y fue convertido en humus en acto de fe pública atestiguado por el monstruo de mil cabezas que, ayer en el circo romano aplaudía el martirio de los cristianos y el 17 de febrero de 1600, se complacía viendo freír a uno más de ellos.

Dos lecciones podemos sacar de esta narración.

Primera. Aunque se tenga todo el poder y precisamente por ello, se debe ejercer con mesura. Disponer de la fuerza para obligar a los demás no concede la razón.

Y segunda, no por tener la razón los demás estamos obligados a aceptarla ciegamente.

La política sirve para atemperar a unos y a otros.

Buenas razones y buenos modales pavimentan el camino de la convivencia.

La complejidad de la sociedad contemporánea, la universalización del conocimiento, la vulgarización de la tecnología, los medios de comunicación y la concentración del capital en muy pocos países y en súper millonarios que toman decisiones por encima de los gobiernos obliga a la prudencia y al acuerdo.

No es un asunto de ganas o de “ tener la razón”. 

En un juego de poderes centralizados, la parte débil son estados y municipios, y en el mundo, los países en desarrollo. 

Gobernar se ha vuelto más difícil porque cada vez la política tiene menos peso e importancia en la vida de la sociedad, y el Estado y sus instituciones han perdido vigencia y eficacia.

Debemos tener claro que la exclusión y la confrontación no son la vía.

eugeruo@hotmail.com

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones