A Enrique Alfaro le falta “Hacer Pandilla”. Y no nos referimos a las pandillas criminales que se enfrentan entre sí en algunos barrios y colonias de la Zona Metropolitana, sino a aquellas pandillas que como niños o jóvenes se formaban para tener grupos de coincidencia, y desde luego tener apoyo y camaradería para muy distintas causas que iban desde retos deportivos hasta la organización de fiestas y festivales.Al cumplir sus primeros 100 días de Gobierno, Alfaro ha tenido que hacer ajustes a lo que era su plan inicial de trabajo. De entrada, tuvo que capear la realidad de que Jalisco no recibiría los recursos requeridos para las grandes obras de su sexenio, y esto acompañado de un desencuentro con López Obrador que se tradujo en varias semanas de estrés y tensión, agravadas por la falta de gasolina en la capital del Estado.Una situación muy complicada. Una vez subsanada la crisis de gasolina, y gracias a puentes que el propio Alfaro se encargó de tender con funcionarios federales como el Secretario de Seguridad y la Secretaría de Gobernación, finalmente se hicieron las paces y el gobernador de Jalisco fue recibido por el Presidente en Palacio Nacional, en lo que constituyó un mensaje muy positivo para el Estado y para sus expectativas.Alfaro se ha dedicado estos primeros meses a organizar su equipo de trabajo (de él dependen la mayoría de directrices y decisiones en esta etapa) y ponerlo en sintonía con la “Refundación de Jalisco”, lo que al parecer ha tenido resultados positivos porque aunque tímidamente se ve a algunos de sus colaborares que empiezan a dar algunos pasos en público, cuando durante semanas el hermetismo había sido total.Pero a Alfaro le ha faltado “Hacer Pandilla” con la gente, con esa gran mayoría de jaliscienses que lo prefirió a él en medio de la aplanadora morenista que acompañó la llegada de López Obrador.Alfaro no se ha acercado a la gente, y mucho menos ha buscado hacer de la población sus cómplices o conspiradores para la Refundación.La comunicación ha sido muy pobre, y obviamente la gente lo resiente. Él hubiera podido tener un gran apoyo popular en la visita de López Obrador a Guadalajara, pero fue triste ver que sus “porristas” eran sus cuates; diputados, regidores y funcionarios que están ahí gracias al peso de Alfaro en las urnas.Y el Twitter no funciona. Con Alfaro está quedando demostrado que es una red limitada y, que de acuerdo a la composición socioeconómica de Jalisco, sus mensajes apenas arañan a un grupito de la población. Se hacen importantes estos mensajes cuando los medios tradicionales los retoman y hacen eco. Pero hay muchos mensajes que se quedan ahí en la red.A Alfaro le falta volver al banquito, a platicar con la gente, a decirles qué es y con qué se come la Refundación, a invitar a la ciudadanía a participar.Sin lugar a dudas el de Alfaro es un gran proyecto, muy ambicioso, pero tarde o temprano necesitará de “pandilla” para poder sacarlo adelante.