Viernes, 26 de Abril 2024

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Guadalajara y su primer gran impulso

Por: José M. Murià

Guadalajara y su primer gran impulso

Guadalajara y su primer gran impulso

Guadalajara fue asentada aquí en un día como ayer hace 477 años: eran menos de 200 pobladores de los que, al poco tiempo, algunos marcharían a Zacatecas.

Su desarrollo durante el primer siglo y medio de vida fue muy lento y armónico. No obstante, anhelaba crecer con rapidez, por eso se pidió a los hacendados de los alrededores que construyeran casas en Guadalajara.

El “acelere” comenzó de hecho a la par del siglo XVIII. La colonización emprendida por pobladores y recursos mayormente de nuestra tierra, aguas arriba del Océano Pacífico, hicieron que esta ciudad pequeñita y arrinconada en la vastedad del imperio español, se convirtiese en una plataforma comercial de importancia para abastecer a su Noroeste y después acrecentar sobremanera el intercambio de mercaderías a través del puerto de San Blas.

Por mirar los historiadores de hoy con demasiada insistencia en el Oriente, a lo mejor en espera de alguna advocación de Topiltzin -nuestro príncipe o nuestro presidente- hemos soslayado el estudio de la comunicación que tuvo Nueva Galicia con Centroamérica y la América del Sur, mucho mayor que la de ahora. Si no fue así, ¿de dónde sale, por ejemplo, el uso del famoso “molino chileno” en la fabricación del tequila, durante más de tres centurias?

De Panamá, desde mediados del siglo XVIII, llegaron a establecerse en Guadalajara varios empresarios que contribuyeron sobremanera a consolidar la hegemonía de nuestra ciudad en toda la región, a modernizar la actividad mercantil y a darle la consistencia necesaria para alcanzar un desarrollo tan importante como el que tuvo. De esta rama económica, precisamente, saldrían las agallas y los recursos en 1823 para obligar al corazón del antiguo virreinato de la Nueva España a disimular su ansia centralista y aceptar el establecimiento de un régimen político de carácter federal. Nadie discutió, por lo mismo, que al crearse el “Estado Libre de Xalisco”, Guadalajara y no otra fuera su ciudad capital.

Unos 10 mil habitantes había alcanzado en 1730 y casi cuatro veces más al comenzar el siglo XIX. Todo parecía ir bien al ser cada día más, pero también hubo síntomas, que no se alcanzaron a calibrar como era debido, de un aguzado deterioro social. Alrededor de 1780, por ejemplo, después de 240 años sin que nadie custodiara las calles, fue necesaria la creación del primer cuerpo de policía. Se argumentaba entonces que tan solo con un poco de iluminación callejera y una cierta vigilancia, se acabaría de tajo con la delincuencia. ¡Grave error! Lo que no se percibía es que los pobladores aumentaban, pero la producción de alimentos básicos no, de manera que sus precios se llegaron a quintuplicar al tiempo que los salarios siguieron igual. 

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