Así, el dolor, tristeza, coraje, impotencia, pero sobre todo el sentido de solidaridad que indudablemente hemos podido experimentar la gran mayoría de los mexicanos, tras los desastres atribuidos a la “madre naturaleza”, habrían de encontrar el consuelo necesario para vivir el duelo correspondiente. Y si confiáramos en que la mayoría de las cosas sucedidas, en realidad son una oportunidad más que nos brinda la susodicha “madre naturaleza”, para que de una vez por todas (aunque sea temporalmente, porque luego se nos olvidan las penas vividas) adoptemos las medidas necesarias para acallar los males propiciados más por nuestra necedad e inacción, que por designios de otra índole, luego entonces habríamos de caer en la cuenta de que es tiempo de estar agradecidos con esa “sufrida madre”, que bastante hace con prodigarnos innumerables bienes para que podamos vivir con una calidad que muchos califican como envidiable. Tras la sorpresa causada por el fenómeno natural y sus virulentas consecuencias, casi todos nos acordamos de Dios (con independencia de la creencia que cada cual profese), invocamos su auxilio para que nuestros hijos, parientes, amigos o conocidos radicados en los lugares de mayor afectación se encontraran bien. Y de inmediato nos avocamos a tratar de establecer la comunicación necesaria que se nos tranquilizara el alma –y gracias a la tecnología de que se dispone en la actualidad, las noticias llegaron rápido-, y si alguno de los buscados no aparecía, la zozobra y temor nos hizo presos, pero al cabo de un corto tiempo, la paz llegó (en mi caso personal), y dio paso a la necesidad de ayudar de cualquier manera, de solidarizarnos con los que lo perdieron todo. A cambio de ello, el espíritu se fortalece cuando vemos un nuevo despertar solidario de nuestra nación y la unidad sobrepasa los males pasados y presentes por los que se está atravesando; cuando vemos los miles de voluntarios –en su mayoría jóvenes, pero también personas maduras y hasta de la tercera edad- trabajando codo con codo, intentando ayudar al próximo. Se fortalece también cuando vemos a nuestras Fuerzas Armadas y demás miembros de distintas corporaciones públicas. privadas y sociales entregadas al rescate de los mexicanos en desgracia, sin importar cansancio, ni horarios laborales. Por ello y más, bien vale un Gracias, “Madre Naturaleza”. APUNTE La tarde de ayer falleció nuestra querida doña Josefina Cuevas Guzmán, madre del maestro Daviel Trujillo Cuevas, a quien le enviamos nuestro muy sentido pésame, extensivo para toda su apreciable familia, descanse en paz “doña Jose”.*************************
