Lunes, 06 de Mayo 2024

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Eso es negociar

Por: Pablo Latapí

Eso es negociar

Eso es negociar

El famoso negociador Donald Trump se debería dar una vuelta por México para aprender que lo suyo, comparado con lo que hace el Presidente López Obrador, es un juego de niños.

Entendiendo por negociación, claro, el ganar lo más rápido posible una posición por sobre el interlocutor para obtener beneficios.

Trump, desde mucho antes de ser presidente, ya hablaba de estrategias intimidatorias, agresiones verbales, caras adustas, y hasta gruñidos, para someter al rival.

Lo de López Obrador es mucho más sencillo, y mucho más directo. Desde su conferencia mañanera lanza (ante los medios que le siguen todos los días) acusaciones muy serias contra alguien, trátese de personas, instituciones, organismos, gobernadores, empresas, etc.

En el transcurso de las horas que siguen a la acusación mañanera, las entidades gubernamentales relacionadas con la acusación, confirman que hay “sospechas”, “líneas de investigación” o “ fuertes indicios” de que la acusación es cierta.

Obviamente el acusado empieza a retorcerse, niega todo, y empieza a buscar espacios públicos para defenderse. Nada sirve.

En días subsecuentes, a preguntas expresas de reporteros de la mañanera, el Presidente hace comentarios muy breves, se burla, ironiza sobre el tema.

Finalmente, y a petición de la parte afectada, se da un encuentro con el Presidente donde todo queda aclarado, donde se despejan dudas, donde quedó visto que el acusado “es una buena persona”, y López Obrador lo tiene sentado a su mesa, feliz de haber sido “perdonado”, y por supuesto dispuesto a colaborar a muerte con el nuevo Gobierno.

Asunto zanjado.

En el camino, desde la acusación misma sin mostrar la más mínima prueba, hasta la absolución bajo la mirada del Presidente, se violaron leyes y códigos de manera flagrante y ante la vista de todo un país, empezando por la famosa “presunción de inocencia”, ya que la víctima fue acusada, juzgada y perdonada por el Presidente sólo frente a los medios. No se muestra el mínimo indicio de algún proceso o acusación en forma.

¿Quién reclama? Nadie.

Por un lado, los opositores a López Obrador ya empiezan a sonar más como el zumbido sordo y constante de un avispero (al que finalmente uno se acostumbra), y por otro lado en un México donde campea la impunidad, y donde se violentan leyes y leyes todos los días, no aparece quién pueda tener la suficiente autoridad para levantar la mano y exhibir al Presidente.

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