Viernes, 29 de Marzo 2024
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Endeudar a los damnificados

Por: Rubén Martín

Endeudar a los damnificados

Endeudar a los damnificados

Los saldos de los sismos ocurridos en septiembre son devastadores: 489 muertos, cientos de heridos, 12 millones de afectados, de los cuales dos millones están damnificados, en más de 400 municipios. El daño patrimonial no tiene precedente en la historia: más de 250 mil personas sin casa; 180 mil 731 viviendas con daños en ocho estados, de las cuales 50 mil 610 tienen daño total; esto es, 28%, en tanto que 127 mil 497 viviendas tuvieron daños parciales.

Además del daño patrimonial a las personas, hay severas afectaciones a los servicios públicos: existen 16 mil planteles educativos dañados que obligarán a reubicar a 463 alumnos del sistema educativo nacional; y a un mes del segundo sismo, 5% de la población del país (seis millones personas) no tienen agua o padecen cortes en el abasto, en tanto que hay 4.8 millones sin electricidad.

Y ante toda esta devastación y dolor, el gobierno federal que encabeza Enrique Peña Nieto está ofreciendo una ayuda miserable a los damnificados, especialmente a quienes perdieron su patrimonio. En Oaxaca y Chiapas se está ofreciendo 120 mil pesos a quienes perdieron sus casas y 30 mil pesos para daños parciales. A todas luces es insuficiente. Además, la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF), ofrece préstamos hasta de 100 mil pesos a la población de Chiapas y Oaxaca que resultaron con daños en sus viviendas. En la Ciudad de México la única ayuda que se ofrece a quienes perdieron sus casas es que vuelvan a endeudarse por 20 años para pagar un nuevo crédito hipotecario, con tasa de 9 por ciento anual, que producirá una mensualidad de 15 mil pesos para las siguientes dos décadas. Es insultante e inadmisible la “ayuda” que el gobierno federal y los locales están ofreciendo a los damnificados.

Quizá algunos pensarán que el gobierno no tiene la “obligación” de pagar la casa de una persona damnificada por un fenómeno natural. El Estado está obligado a responder ante estas emergencias.

El Gobierno podría ofrecer hasta diez tantos más la ayuda que ahora ofrece; es decir, destinar hasta 1.2 millones de pesos (mdp) por cada casa destruida y hasta 300 mil por casa dañada. Eso implicaría que el costo de la reconstrucción pasaría de 48 mil MDP a 480 mil MDP.

El Gobierno y los tecnócratas dirá que no hay ese dinero. Se dirá que es mucho dinero, pues que sea. O, ¿por qué si pagar un rescate bancario de 800 mil MDP en 1997 para rescatar a los bancos privados (deuda que seguimos pagando) y no hay dinero para reparar las casas dañadas?

Además de las reasignaciones presupuestales recortando el gasto oneroso y excesivo de la alta burocracia, se podría hacer un fondo de reconstrucción con los recursos que generan las explotaciones mineras, petroleras, gaseras o las ganancias en la bolsa y la banca. Se podrían obtener recursos recortando el pago de 700 mil MDP que nos cuesta la deuda pública cada año.

Dinero hay, sólo que hay que destinarlo a lo urgente y a lo importante y no malgastarlo en las prebendas de la clase política y los partidos. Lo que no debemos permitir es que endeuden a los damnificados.

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