Viernes, 29 de Marzo 2024
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El virus y las libertades

Por: Luis Ernesto Salomón

El virus y las libertades

El virus y las libertades

El nuevo virus conocido como Novel Coronavirus, o 2019-nCoV apareció en Wuhan, provincia de Hubei, China en diciembre pasado y ha causado hasta ahora decenas de muertes en aquella nación e infectado a personas en Europa, Estados Unidos, Japón y otras naciones asiáticas.

El Gobierno de China ha tomado medidas sin precedentes para contener la expansión de la enfermedad: ha aislado a una provincia con más de 40 millones de personas, cancelado todo tipo de festejos y espectáculos, ordenado levantar dos hospitales en la ciudad del brote para que estén funcionando en dos semanas y ha permitido la evacuación de extranjeros.

En realidad poco sabemos del alcance de la difusión del virus dado que la información ha sido restringida para que fluya por los conductos oficiales de sanidad chinos, que cuentan con poca credibilidad a partir de las experiencias pasadas. Sin embargo la situación ha sido calificada como grave por sus máximas autoridades y las señales indican que la expansión de los contagios ya no se limita a la región del brote sino que alcanza otras regiones densamente pobladas de la nación milenaria.

En realidad poco sabemos del alcance de la difusión del virus dado que la información ha sido restringida

El hecho de que aparezca un brote de estas características plantea enormes desafíos sanitarios y al mismo tiempo nos enfrenta al reto de encontrar respuestas correctas respecto del derecho que tienen las personas a saber sobre el tema, sobre las limitaciones, sus libertades y derechos como a preguntar respecto a quienes tendrían derecho a manejar la información y disponer medidas restrictivas de los derechos en diversas partes del mundo.

Los tratados internacionales prevén ciertos mecanismos que aplica la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero son los gobiernos de las naciones los que a final de cuentas deciden, como el caso del virus del H1N1 que llevó a paralizar a México hace algunos años. Mensajes de noticias falsas emitidos por grupos radicales en Occidente y en Asia para provocar reacciones políticas ya han sido observadas en redes sociales aumentando el desafío hacia el manejo informativo.

Las medidas tomadas por las autoridades chinas, dadas las condiciones que sabemos, son drásticas y suponen en la práctica el aislamiento de una amplia región lo que implica un costo tan grande que hace pensar que ellos saben más profundamente los riesgos que lo que percibimos desde fuera.

El hecho de que aparezca un brote de estas características plantea enormes desafíos sanitarios

En un mundo interdependiente como el que vivimos, las personas asumimos que existe el derecho a saber la verdad y por tanto la obligación de las entidades públicas a difundirla, pero la realidad muestra que estamos en los inicios de una nueva etapa en el manejo de situaciones de emergencia sanitaria. Sin embrago, el jueves, después de considerar toda la evidencia disponible, el comité de emergencia de la OMS votó en contra de la declaración de un estado de emergencia de salud pública de interés internacional.
Invocar la emergencia es más que una postura política porque desencadena la implementación del Reglamento Sanitario Internacional modernizado en 2007 específicamente en respuesta a las lecciones aprendidas del SARS en 2002.

La opinión pública en el mundo está expectante y aprensiva al respecto, y las medidas de la OMS parecen estar dirigidas a calmar la ansiedad, pero las medidas internas en China indican que la situación es más grave de lo que parece. Por tanto, es importante señalar que las intervenciones correctas son las que tienen un sustento legal y ético de respeto a los derechos humanos tanto de las personas afectadas como de aquellos que están en riesgo.

Las medidas sanitarias deben adaptarse a los riesgos específicos y convencer a las personas voluntariamente a cumplir con objetivos que sean asumidos por las comunidades y los gobiernos.
Seguramente veremos en los próximos días medidas más profundas y habrá que estar muy atentos al primer derecho que tenemos en este caso: el derecho a saber la realidad.

La tentación de manipular la información desde la perspectiva de intereses económicos y políticos representa una verdadera amenaza global, y pondrá a prueba a los organismos multilaterales internacionales.

Los riegos para la salud cuando se combinan con intereses ajenos son también amenazas para la libertad y la dignidad de las personas. Por lo que, además del frente sanitario, el nuevo coronavirus levanta un frente en el campo de la regulación de las libertades.
 

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