Jueves, 25 de Abril 2024

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El impulso vital de la primavera

Por: Martín Casillas de Alba

El impulso vital de la primavera

El impulso vital de la primavera

El jueves pasado fue el equinoccio de primavera (‘aequs nocte’ / ‘igual noche’), cuando dura lo mismo el día que la noche y se da por iniciada una de las cuatro estaciones del año que ya sabíamos de su proximidad porque las Jacarandas nos adelantan el cambio de estación cuando empiezan a florear, apuradas como las parturientas en labor, antes de que nazcan sus vistosos racimos liliáceos, al tiempo que se modifica el clima como parte de aquello de ‘febrero loco y marzo otro poco’, para que se inician los calores si es que no nos sorprenden las aguas tempraneras.

He estado lejos de ti durante la primavera
cuando el espléndido abril, vestido con todas sus galas,
esparcía sobre todas las cosas su espíritu de juventud...
                                   (Soneto 98 1-3. Asterisco1, 2017).

En la primavera de hace años íbamos a ver a Eduardo Matos Moctezuma cuando exploraba las ruinas del Templo Mayor para que conociéramos lo descubierto, tal vez, la Coyolxauhqui. El Maestro nos recibía feliz de hacer su trabajo y, con el impulso vital de la primavera, cantaba a voz en cuello:

Volverá a mí la maldita primavera,
¿qué importa si para enamorarme pasa una hora?,
pasa ligera, la maldita primavera...

Como seres urbanos reconocemos los inicios de la estación cuando florecen las Jacarandas después de haberse quedado en cueros con sus ramas secas y retorcidas para que, milagrosamente, sin saber cómo es posible, salgan esas flores lilas que atraen a los colibríes y a las abejas para que revoloteen todo el día chupando su dulzor.

También nos enteramos de la llegada de la primavera porque nos damos cuenta que han regresado los pájaros y oímos su plática mañanera, sus cantos al atardecer y, durante el día, los recién nacidos y sus padres vemos cómo se acercan a la fuente para beber o para refrescarse, ahí donde pisan firme.

Me acordé cuando estuve en la primavera del 2008 en The Malthouse en West Sussex, la casa de campo de Sir Laurence Oliver, para participar con un grupo de ejecutivos de la Unión Europea en el taller que Richard Olivier ofrecía sobre el Liderazgo del cambio basado en La tempestad de Shakespeare. Desde que llegué me temblaban las piernas, tal vez, porque sospechaba que eso sería un parteaguas en mi vida.

Hace dos semanas escuché la Primera Sinfonía de Schumann, más conocida como La primavera y por eso, me enteré del “élan vital”, el impulso vital, como decía Henri Bergson, y de lo que Virgilio había registrado que sucede en la primavera... “cuando les devuelve a los bosques su follaje y la savia a las florestas y la tierra se hincha por recibir el germen creador, y el poderoso dios del aire desciende en lluvias fecundas e inunda el vasto seno de su esposa la tierra para dar vida a las semillas ocultas en su vientre. En los bosques resuena el canto de los pájaros y los animales recuerdan los placeres de la reproducción y la tierra se cubre de verdor...”, como lo publicaron en el programa de mano.

Recuerdo el calor que hace en Guadalajara por estas fechas hasta que llegan las lluvias; en la adolescencia mejor me dormía la siesta en el mosaico fresco de mi cuarto y, por las noches, salía a caminar por López Cotilla hacia el poniente, para recibir la brisa y oler a Jazmín o a huele-de-noche.

Hasta el mes de mayo se supone que llegan las primeras lluvias y sus respectivas tormentas para que refresquen el ambiente y mejore el buen humor destartalado por el agobio. Mientras, gocemos del paisaje de las Jacarandas en flor.

Se antoja cambiar la dieta y saborear la manzana “¡qué amanecida fruta tan de mañana!” y salir a caminar para voltear al cielo deseando que aparezcan las ‘nimbo’, nubes que anuncian lluvia. Entonces, me dan ganas de ver a la gente, como esa tarde que Manzanero... ‘vio gente correr y no estabas tú.’

(malba99@yahoo.com)

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