Miércoles, 16 de Julio 2025

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El feminicidio de Karla y la violencia cotidiana

Por: Rubén Martín

El feminicidio de Karla y la violencia cotidiana

El feminicidio de Karla y la violencia cotidiana

Dos episodios recientes ocurridos en Jalisco nos obligan a hacer conciencia de la magnitud y calidad de la violencia que vivimos día a día y cómo que hemos llegado a normalizarla en nuestra vida cotidiana. Uno fue el feminicidio de Karla, una mujer asesinada frente a su domicilio por un hombre que sacó un arma larga de su vehículo para, primero amagarla, y después terminar disparándole directamente para asesinarla de inmediato.

Este episodio, ocurrido la madrugada del sábado 12 de julio, en la Colonia Balcones de Oblatos, ha impactado no sólo en Jalisco sino a escala nacional e internacional debido a las explícitas imágenes que se difundieron en un video de una cámara de videograbación ubicada en el lugar. No debería ser así, pero en tiempo de redes sociales, el video fue difundido casi de inmediato lo que lo llevó a “viralizarse” y ser reproducido posteriormente por varios medios de información.

Esto constituye una revictimización más la dignidad de la mujer asesinada y de su familia, me dijo la doctora Guadalupe Ramos Ponce, profesora-investigadora de la UdeG e integrante del Comité de Latinoamérica y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem).

La viralización del video del feminicidio nos “genera otras múltiples violencias de estas víctimas que además ya no están, no son sus cuerpos, son sus vidas las que quedan expuestos ante miles de ojos”, dijo la doctora. Con la exposición de imágenes en tiempos de redes sociales “todos nos convertimos no solamente en estos ojos que miran esas violencias, sino que también la reproducen, las comparten y a partir de eso también generamos procesos de discriminación, de violencias sistemáticas, desde lo social”, señaló. Guadalupe Ramos ha elaborado una base de datos sistemática sobre los feminicidios en Jalisco que demuestra cómo han crecido exponencialmente desde 1997. En ese año fueron asesinadas 34 mujeres. Entre 2006 a 2010 aumentó al doble, 78 mujeres asesinadas cada año. A partir del año 2018 la cifra anual creció a más de 200 mujeres asesinadas.

Pero no es sólo la cantidad de mujeres violentadas, también es la calidad de esas violencias o los grados de crueldad con las que se cometen, como ocurrió en el caso del feminicidio de Karla. Como se pudo apreciar en el video difundido, ella le pidió a un hombre que la dejara en paz y se alejara de su domicilio, pero ante la insistencia ella golpeó el vehículo del asesino con una escoba. Y este respondió sacando un arma larga, un rifle AR-15 que en México es considerado para uso exclusivo del ejército, pero que en Estados Unidos es un arma popular que lamentablemente se ha utilizado en varios de los tiroteos masivos que han asesinado a cientos de personas. Este armamento se produce en armerías de Estados Unidos e ingresan al país de manera ilegal, por lo que el feminicidio de Karla revela otro de los problemas presentes en nuestra guerra informal que vivimos: el ingreso masivo de armas ilegales, y que explican dos de cada tres asesinatos que ocurren en el país.

El otro episodio de violencia que nos ha conmocionado es el asesinato de una familia de cuatro integrantes: el padre de 35 años, la madre de 34, una adolescente de 13 y un niño de 2 años y siete meses, asesinados y luego arrojados a un barranco en San Cristóbal de la Barranca. Otro hijo de apenas nueve años quedó vivo gracias a que los asesinos lo creyeron muerto. La Fiscalía de Jalisco presentó el lunes a tres presuntos responsables del este horrendo asesinato: a tres hombres de los cuales uno es hermano del adulto asesinado y otro es policía en activo de Zapopan. Esto revela otro grave aspecto de la violencia cotidiana que vivimos en el país: la impunidad y la infiltración del crimen organizado en las fuerzas de seguridad a las que la sociedad les paga para supuestamente cuidar y proteger a la población. En no pocos casos las fuerzas de seguridad se convierten en los perpetradores de la violencia.

Estos dos episodios reseñados que deberían indignarnos y empujarnos a movernos para frenar y erradicar esta guerra informal, pero no pocas veces suelen normalizarse. He escuchado y leído en estos días comentarios que parecen justificar el feminicidio de Karla alegando que ella golpeó primero el vehículo del asesino o que éste hizo antes disparos de advertencia y esta no hizo caso.

Inadmisible e inaceptable que se pretenda justificar cualquier feminicidio. Estos alegatos nos indican que en algunas personas se normalizó esta violencia cotidiana y que debemos rechazar de todos los modos posibles.

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