Martes, 07 de Mayo 2024
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El enemigo 

Por: Diego Petersen

El enemigo 

El enemigo 

¿Quién es el enemigo?, ¿usted o sus enemigos?

  • Roque Dalton

Pocas cosas tan complicadas de explicar y explicarse como la noción de conservadurismo en López Obrador. Lo primero que hay que entender es que él usa la palabra conservador en el sentido más decimonónico. Los conservadores son los enemigos de Juárez, de la república y de la reforma del siglo XIX. Pero hay una forma aún más sencilla de entender el término en boca del presidente: conservador es todo aquel que está en su contra o simple y sencillamente le cae mal. Así, por ejemplo, los zapatistas pueden ser, en el discurso del presidente, conservadores disfrazados y los grupos más conservadores de este país, aliados de su proyecto de gobierno.

No hay discurso que soporte la falta de resultados y ese es el lastre más importante de este gobierno.

Desde el punto de vista de la moral pública nunca habíamos tenido un presidente tan conservador, ninguno que citara a la biblia con tanta frecuencia o que tuviera una visión de lo bueno y lo malo tan maniquea; ninguno que se reuniera tanto con las iglesias, particularmente las evangélicas que son profundamente conservadoras; ninguno que apelara y apoyara con políticas públicas al modelo de familia tradicional; ninguno que apelara al buen comportamiento de los jóvenes como política de seguridad pública. En fin, ejemplos del moralismo lopezobradoristas hay muchísimos a lo largo de estos nueve mes de gobierno.

¿Está derrotado el conservadurismo en México como dijo el presidente? La única respuesta posible es una pregunta: ¿cuál de los conservadurismos? Porque hay uno que está gobernando e imponiendo su agenda. Hay otros, los más vinculados a la iglesia católica y al PAN que es están ciertamente bocabajeados, divididos y faltos de liderazgos, que fueron abrumadoramente derrotados en las urnas en julio de 2018 pero están lejos, muy lejos, de haber desaparecido.  El caso brasileño es la evidencia de que el conservadurismo político puede alimentarse de los errores de los gobiernos de izquierda y regresar con agendas que echen por tierra los avances, por pequeños que sean, de la agenda de ampliación de libertades.

Si algo ha hecho bien el presidente en estos nueve meses es imponer el discurso y la agenda política; el escenario y la palabra son suyos y solo suyos. Pero no hay discurso, por bueno que sea, que soporte la falta de resultados y ese es el lastre más importante de este gobierno. El principal enemigo a vencer no es la oposición conservadora sino la ineficiencia gubernamental. No hay palabra que funcione cuando la seguridad, lejos de mejorar, empeora; no hay programa social que se aprecie cuando se pierde el empleo; no hay amor a la patria que se sienta cuando falta la medicina a los enfermos.

Este enemigo no es moral, es real. 

(diego.petersen@informador.com.mx)

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