Martes, 19 de Marzo 2024

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¿El TLCAN en los tribunales?

Por: Luis Ernesto Salomón

¿El TLCAN en los tribunales?

¿El TLCAN en los tribunales?

El presidente Trump tiene el disparador en las manos para hacer volar el Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), tal y como lo prometió en campaña. Sin embargo, conforme pasan los días, los intereses estadounidenses que lo defienden se alinean en una estrategia que pasa primero por los acuerdos políticos en el Congreso y podrían luego llevar el caso a los tribunales.

Según informes publicados, la reforma fiscal impulsada por la Casa Blanca requiere del apoyo de muchos representantes y senadores que respaldan el TLCAN, y algunos han comenzado a dejar ver que una condición para otorgar su voto al paquete fiscal pasa por terminar exitosamente la negociación comercial con Canadá y México. Ante ese escenario, las negociaciones de la reforma fiscal podrían involucrar el destino del TLCAN.

Orrin Hatch presidente del Comité de Fianzas del Senado, involucrado en temas fiscales y de comercio declaró al diario Financial Times: “tenemos una oportunidad real para mejorar el NAFTA, pero para lograr eso la administración debe trabajar con el Congreso” dejando ver una posición clara respecto a que el destino del tratado no debe ser una decisión unilateral del presidente, sino que debe tomar en cuenta al Legislativo.

Los representantes de estados como California, Texas, Arizona y Iowa han manifestado su preocupación respecto a una salida brusca que deje de lado al Capitolio. Más aun, tomando en cuenta lo impredecible de la conducta del presidente, algunos expertos que asesoran a representantes de ambos partidos están planteando mecanismos para impugnar legalmente la salida del tratado planteada por una decisión de Trump. La cuestión está en las facultades que tiene el Ejecutivo para llevar a cabo una medida así, ya que es el Congreso quién le faculta para negociar, pero no está previsto, ni hay antecedentes de que esa facultad sea suficiente para decidir retirar al país, sin la autorización expresa del Capitolio.

Es decir, que dado que el tratado ha sido ratificado por el Congreso, el presidente no puede siquiera anunciar la salida formal, sin autorización legislativa. De hacerlo, las empresas, organizaciones y personas afectadas podrían llevar al caso a los tribunales con posibilidades de éxito. Y mientras tanto, lo más probable es que se otorgara una suspensión que dejaría el tratado vigente, en tanto se resuelve el caso o los casos planteados.

Pero además, dado el sistema legal, para dar por terminado el tratado debe derogarse la North American Free Trade Agreement Implementation Act, aprobada el 20 de noviembre de 1993, lo que requiere mayoría del Congreso, que al parecer, ahora no está dispuesta a derogarla. No hay los votos suficientes porque muchos republicanos son proNAFTA, como lo dejó claro la aparición crítica de George Bush defendiendo el libre comercio.

Estas cuestiones jurídicas y políticas son las que aparentemente mantienen el estado de cosas en un impasse. Quizá la decisión de reanudar las negociaciones hasta fines de noviembre responde a la necesidad de conocer si la potencial aprobación de la reforma fiscal, involucró algún acuerdo político respecto al acuerdo comercial, o si el camino será hacia los tribunales, en caso de que Trump insista en una salida unilateral.

Los escenarios entonces son: 1. Que la reforma fiscal se apruebe con el acuerdo de derogar la ley de implementación del TLCAN; 2. La aprobación de la reforma fiscal con el acuerdo de seguir negociando para lograr un acuerdo mejorado; 3. La no aprobación de la reforma fiscal sin acuerdos sobre el tratado; y finalmente 4. La actuación de Trump anunciando unilateralmente la salida, lo que activaría las opciones judiciales.

El único caso realmente impactante en el corto plazo es el segundo, los demás suponen que el tratado seguiría vigente hasta la implementación de uno nuevo, que ahora queda claro que no se podría aprobar antes de las elecciones de julio próximo, o de la resolución judicial de los casos, que seguramente llevaría meses largos.

Lo que al final queda claro es que el destino está en las manos de las autoridades e intereses norteamericanos y que a México le queda seguir en la mesa y tratar de ejercer y apoyar labores de convencimiento en el Capitolio. Mientras tanto se adelantan medidas comerciales profundas, como la suscripción del tratado comercial de Asia-Pacífico sin Estados Unidos, y el estudio de una política de eliminación de aranceles como la de Singapur, que toma cada vez más sentido para impulsar el comercio y las inversiones de otras partes del mundo y mantener al país como una plataforma viable de actividad económica.

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