El modelo de partidos está en crisis. Lo está en Francia, en Estados Unidos, en España, Brasil y Colombia. Los partidos políticos dejaron de ser la vía de expresión de la voluntad popular, pero siguen siendo en gran medida la puerta de acceso al poder. Hoy son los partidos, cada día más desdibujados e inocuos, quienes se pliegan a los candidatos y no al revés.Si salimos a la calle y preguntamos cuáles son las tres diferencias entre Morena y el PRI, o entre el PAN y el PRD, cuál es proyecto de país de MC o el Verde nadie nos sabrá responder, y a nadie le importa. Sin embargo, son los partidos, y al menos por un tiempo lo seguirán siendo, la forma de ordenar el acceso al poder. Las candidaturas independientes que explotaron hace siete años con la irrupción de “El Bronco” en Nuevo León y Pedro Kumamoto en Jalisco, quedaron atrapadas en su propia lógica: “Kuma” y los wikis hicieron un partido y el “Bronco” terminó en el bote (no digo sea inocente, sino que si hubiese tenido un partido muy probablemente habría podido negociar como lo han hecho tantos otros corruptos arropados por sus institutos políticos). El PRI y el PRD están literalmente en vías de extinción. Cada elección pierden más terreno, pero sobre todo el sentido de su existencia. La izquierda que quería un partido para llegar al poder ya lo tiene con Morena y no necesita al PRD. Los pragmáticos que veían en el PRI una forma civilizada de competir y administración del poder, saben que ese organizador hoy se llama Morena. Ambos perdieron el sentido de su existencia y los electores lo saben.Al PAN, cuya identidad se construyó en el antipriismo y el combate al sistema político corrupto, le cuesta trabajo venderse hoy como opción, pues por un lado el PRI es su nuevo gran aliado y por el otro el Presidente no deja pasar oportunidad de recordar que ellos fueron parte del poder corrupto y corruptor. Pasmados, los panistas han sido incapaces de enfrentar discurso con algo más que no sea descalificar al Presidente.En el PRD queda la izquierda más progresista que no reconoce en el Presidente ni en Morena una agenda libertaria. Al PRI y al PAN les queda una base social con una cosa en común, su antilopezobradorismo. Si bien estos argumentos son suficientes para unirlos no lo son, al menos en este momento, para competir en una elección nacional.A la oposición le falta candidato, a Morena le sobran, pero en cualquier caso los partidos serán el vehículo, la aduana a Los Pinos pues aún tienen el monopolio del acceso al poder y un monopolio, decía mi amigo, es lo único mejor que el sexo.diego.petersen@informador.com.mx