Los morenistas repiten como loros que los funcionarios deben vivir en la justa medianía. Fue una buena expresión de Benito Juárez en el siglo XIX, que acuñó López Obrador como mantra y ahora lo machacan también la presidenta Sheinbaum y la presidenta de Morena, Luisa María Alcalde.La pregunta es qué entienden por medianía. En uno de los cartones más memorables de Quino, cuando un empresario lee en la Biblia que es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja a que un rico entre al Reino de los Cielos, este levantó el teléfono y mandó a hacer una aguja gigante a través de la cual pudiera pasar un camello cómodamente. Es siempre un problema de perspectiva. Algo similar hacen los morenistas que no tienen empacho en vivir en la medianía, mientras ellos definan el tamaño de la medianía.No hay manera de que los funcionarios públicos, los importantes, vivan en la medianía, porque sus sueldos nada tienen que ver con ello. El ingreso medio de un hogar en México, los que están en el decil V, que equivale a la mediana estadística, es de 15 mil pesos por hogar. La clase política -los diputados, senadores, gobernadores y los funcionarios federales, de director para arriba, no digamos los secretarios de Estado o la presidenta de la República- están todos en el decil más alto de ingresos de este país, arriba de 75 mil pesos mensuales. Es el mismo decil en el que están Slim y Larrea, aunque la diferencia con los hombres más ricos de México sea abismal.La famosa justa medianía es, pues, un mito, una referencia que sirvió a López Obrador para las arengas y que nada tiene que ver con la realidad. En este país, salvo los muy pobres o los muy ricos, todos nos sentimos clase media, incluidos los del decil X, donde está la clase política. ¿Cómo se debe vivir en la medianía? ¿Cuál es el referente de la medianía en México: Adán Augusto López, Noroña, los Alcalde, Napoleón Gómez Urrutia, Alito Moreno, Diego Fernández de Cevallos, Dante Delgado, Pedro Haces o la presidenta Sheinbaum? Más aún, ¿cómo definimos el lujo: en función de los gustos gastronómicos (vinos y restaurantes), por lo que se cuelgan (cadenas, corbatas, collares, relojes, aretes) o por lo que gastan?La clase política siempre ha sido y será una élite. Un proceso de cambio como el que vivimos en el año 2018 propicia la llegada de nuevos políticos, muchos de ellos de origen realmente popular. Todo cambio genera nuevas élites, mas no un cambio en el comportamiento de estas. Cada año que pase, la clase política morenista en el poder será más parecida a las de los gobiernos anteriores, porque, aunque digan odiar a Carlos Hank, al grupo Atlacomulco y al viejo PRI, todos ellos tienen en la cabeza que un político pobre es un pobre político.El poder y el dinero son dos caras de la misma moneda. Evitar la corrupción no es cuestión de voluntarismo, sino de contrapesos, esos que ya eliminaron los morenistas.