Martes, 08 de Julio 2025

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Huachicol, ¿quién los protege?

Por: Diego Petersen

Huachicol, ¿quién los protege?

Huachicol, ¿quién los protege?

El robo de combustible es una vieja actividad delictiva en México. De hecho, las explosiones del 22 de abril de 1992 en Guadalajara, que cobraron la vida de 238 personas, pueden ser consideradas el primer caso altamente conocido de robo de combustible por las consecuencias brutales que tuvo para la ciudad. El robo de combustible estaba siempre ligado a los propios trabajadores de Pemex y la distribución de la gasolina ilegal no era un asunto del que se hablara en los medios. Sabíamos que existía gasolina robada que se vendía a precios más bajos, pero los ciudadanos de a pie no nos topábamos con ello, no era un tema de conversación.

Aunque el robo de combustible fue in crescendo a lo largo del siglo XXI, no fue hasta que López Obrador le puso el mote de huachicol y habló del combate al robo de combustible como una prioridad nacional que se difundió este nombre y los medios pusieron más atención a esta actividad delictiva. López Obrador lo hizo para tapar un error de su compadre Romero Oropeza, el entonces flamante director de Pemex, a quien se le ocurrió frenar las compras de aditivos necesarios para la refinación. La escasez de combustibles de los primeros meses de 2019, hoy lo sabemos, fue provocada por malas decisiones de la recién inaugurada administración, pero el Presidente la utilizó para crear una narrativa en torno al combate al huachicol.

Tras seis años de “combate” al huachicol, el resultado fue un crecimiento exponencial de las gasolinas robadas o de contrabando que inundaron el país. Comenzaron a aparecer los despachos ilegales de gasolina al borde de las carreteras y los depósitos clandestinos que surtían desde transporte público hasta redes completas de transportistas. El cártel más violento del país, el de Guanajuato, tiene en la venta de combustible ilegal su principal actividad delictiva.

En los últimos meses hemos visto el florecimiento del huachicol y algunos golpes policiales bastante severos en contra de esta actividad delictiva. Primero, el barco en Altamira, atracado a la vista de todos, con gasolina ilegal que entraba al país disfrazada de aditivos, con la complicidad de las autoridades de la aduana portuaria, ya en manos de la Marina. Después, la “mini” refinería casera que dejó muy mal parados a los funcionarios de Pemex, pues refinaba más que Dos Bocas y lo hacía en condiciones paupérrimas y muy ahorrativas. Otra vez, los delincuentes contaban con el apoyo de funcionarios de Pemex. El de ayer fue el decomiso de huachicol más importante de la historia: 15 millones de litros en 129 carrotanques de ferrocarril en dos puntos diferentes.

El huachicol se convirtió en el negocio ilícito más importante y rentable después de las drogas. Da gusto saber que se está combatiendo; la pregunta es si el Gobierno tiene una idea clara del tamaño del animal y, sobre todo, quiénes son las autoridades —principalmente en las aduanas y en Pemex— que los protegen. Ese es el dato que nos deben.

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