Martes, 23 de Abril 2024

LO ÚLTIMO DE Ideas

Ideas |

Diario de un espectador

Por: Juan Palomar

Diario de un espectador

Diario de un espectador

Atmosféricas. La marcha de las tardes rumbo a las oscuridades se vuelve cada día un poco más larga. Asciende así el giro del planeta y las plantas del jardín, muy atentas, van tomado notas y posiciones. Los colomos de tan anchas  hojas retroceden un poco y las huestes aguerridas de las piñanonas en cambio avanzan rumbo a regiones más soleadas. Parecen seguir las bajas en los árboles de la cuadra: algunas medidas habrá que tomar. Las latitudes que corren prestan a la pérgola su exacta luminosidad, y los pájaros comparecen en alegre y variopinta sucesión. El gato realiza sus rondas, mezcla de majestuosa negligencia y secreta precisión: algo ventea y algo busca. Nomás los niños lo sabrían.

**

Travesías de una campana. Un simple manto cónico de noble metal rematado por un asa, un badajo cuya dimensión y medidas parecen ser hijas de centenarias reflexiones. Su tañido no se parece a otro: lleva a la memoria hasta los primeros sonidos que dieron a los niños conciencia de un mundo exterior e insondable. Avanzó sin duda por décadas precediendo al aguerrido carretón de la basura y su sonido anunciaba la humilde y vital tarea de desembarazar a la ciudad de todo lo que fue sobrando, de todo lo que era preciso llevar lejos. Pero más allá de la inmediata y utilitaria función de sus pregones, el cencerro impartió, durante mañanas sin cuento, la vigencia del latido de la ciudad, del respirar de sus barrios. Se hace sonar ahora, y centenares, miles de voluntades son convocadas a través de los años: sigue la rueda de los días, es necesario durar.

**

Repaso de Chapala. Mudanzas, novedades y descalabros. El pueblo revela, a través de las décadas, sus rasgos esenciales, su carácter intransferible. Pero el viento del azar y los inciertos designios borraron tantas señales. Hace mucho que la tienda de don Pancho, y quién se acordará, dejó de ser el dominio encantado en donde los niños de entonces hallaban pequeñas maravillas y curiosas subsistencias de un pasado todavía más hondo. Y sin embargo, se juraría que aquel olor inconfundible y extraño sigue visitando la esquina del callejón de Santa María. De los baños termales, en donde se podían adivinar  las más profundas aguas, apenas y queda huella. El constante molino del mercado sigue entregando la diaria subsistencia, los frutos de la estación, los bravíos alimentos de cada mañana. Avanzada la jornada, no queda rastro de la primera horneada de la célebre y muy longeva panadería de La India. El perfil del cerrito de la Cruz marca el final oriente de la serranía, su sombra cuida eficazmente la vida que a su vera discurre. Casas que duran, otras que se fueron o cambiaron sus caras hasta lo casi irreconocible. El fantasma de D.H. Lawrence transita por la calle de Zaragoza, y en donde solía estar la playa de Chacaltita pálidas muchachas toman con timidez el sol de la tarde. El tendido de veleros prospera y la venturosa  agua que regresa por lo suyo ha borrado un jardín entero. Los párvulos aprendices comienzan su trato con el viento y las velas tensas. Subsistencias y despedidas, y una plétora de siluetas que, arteras, no se irán.

**

El bosque de Chapultepec sigue acumulando los estratos de sus edades. Cuatro torres enormes son ahora la señal de su vecindad. Las ardillas parecen ser cada vez más osadas, y sus inconfundibles perfiles son el ubicuo recordatorio de una existencia más larga. El Museo de Arte Moderno muestra diversos acomodos, en general agradecibles, de su colección. Clemente Orozco renueva en cada visión una urgente novedad, una incendiaria búsqueda que trasciende y cala en el ánimo. Remedios Varo vista en sus dibujos preliminares, antes de sus abigarrados coloridos: qué descubrimiento de exactitud de trazo, de elegancia compositiva que luego se nubla. México aumenta sus complicaciones con las largas colas que en cada gasolinera contribuyen a los embotellamientos. El jardín de la casa verde apacienta sus brotes, se aguarda. La casa de Tacubaya acendra sus derroteros. Como una fuente inexhaustible mana de ella la belleza, la serenidad. Es necesario reemplazar la gárgola del estanque de las ollas: pronto se comprueba la profunda trabazón que esta acción guarda con el ámbito completo, con la casa toda. Una secreta e inasible unidad que el imperio de la belleza estableció al filo de las estaciones, al amparo de las suaves mareas que el jardín y sus espejismos acarrean cada día. Es así, palmo a palmo como la casa dura.

**

Aldous Huxley: (Point Counter Point.) Contrapunto. 1928.

“El silencio está tan pleno de ingenio y sabiduría en potencia como el mármol de tallar riqueza escultórica. Los silenciosos no prestan testimonio contra sí mismos.”

“La música era infinitamente triste y, sin embargo, resultaba confortadora. La música lo admitía todo. Expresaba toda la tristeza del mundo, y desde la profundidad de aquella tristeza tenía el don de afirmar tranquila, deliberadamente, sin protestar demasiado, que todo estaba bien, que todo era aceptable. Englobaba la tristeza con cierta dicha más amplia y comprensiva.”

“Una  joven, cantando por las colinas, mientras las nubes pasan sobre su cabeza. Pero, solitario como una de aquellas nubes, un poeta ha escuchado su canción. Los pensamientos que suscita en él forman la zarabanda que sigue al rondó. Es la suya una lenta y deleitosa meditación sobre la belleza (a pesar de la estupidez y la suciedad), la verdad profunda (a pesar de todo el mal) y la unidad (a pesar de tanta diversidad aturdidora). Es una belleza, una bondad, una unidad, que ninguna investigación intelectual puede descubrir, que el análisis destruye, pero de cuya realidad se convence el espíritu de vez en cuando brusca y abrumadoramente. Una joven cantando para sí bajo las nubes basta para crear esa certidumbre.”

jpalomar@informador.com.mx

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones