Hay sinos en la vida que nos persiguen como si los hados del destino hubieran configurado dichas ideas, particularmente. A mí me ha perseguido, en la consulta médica, que en todos los casos o pretenden quitarme la comida o quieren que deje de fumar; lo segundo ya lo consiguieron y ahora no hago más que bocanadas de aire, lo que de cierto ha resultado muy bien para mi economía, ya que descubrí que los puros eran mi principal gasto en la vida.Ahora que, la dejada de fumar más que obra mía fue obra del sabio Frestón, quien así como tapió la biblioteca del señor de La Mancha, desapareció mis puros y todos los artículos de fumar que había en casa, al parecer porque mi adorado tormento terminó con una bonita costumbre de más de sesenta años y cada que preguntaba yo, aparecía Frestón haciendo la maldad.Respecto a la comida, déjeme contarle una historia para que vea cómo ese sino me persigue desde la infancia. Tenía yo la tierna edad de seis o siete años y digamos que era un niño gordejuelo, por una deficiencia, creo yo, de la glándula tragoides; mis papás, preocupados, me llevaron a consulta con el doctor Luis Farah, que en aquel entonces era una especie de gurú que curaba todo y amablemente me preguntó el médico: “gordito, ¿te gusta la comida?”. Debo de haber pensado en aquel momento que el médico no era tan sabio como yo creía, porque era evidente que no me había hecho gordo en la bomba de aire de una gasolinera. Se puso de pie y llevándome de la mano, me sacó a un recibidor que tenía una cajonera. Cuando llegamos al mueble, de un cajón superior sacó un candado y me dijo: “póntelo en la boca”, antes de darme sus instrucciones para una dieta, la primera de mi vida.Dieta que a la fecha me ha hecho perder 2,800 kilos en total, que desde luego no los he perdido, sino que los he vuelto a encontrar con notable facilidad. Y no me diga de diga de dietas porque las he hecho todas, nunca de buenas, debo decir y le puedo contar con absoluta certeza que hay un solo producto que no admite dietas y son los sopes fritos de chorizo. Hay algunas en que se puede comer chorizo, otras en que está permitido comer sopes y otras en las que puede comer cosas fritas, pero las tres cosas juntas nunca se han dado.Ahora en la vejez y después de esos pequeños excesos lo único que puedo comer es aire y siempre que no sea mucho, siendo vigilado en forma permanente por la KGB, formada por mis hijos, que al menor deseo me manifiestan las prohibiciones, que son todas, con la amenaza de decírselo a mi domadora, y créame que prefiero discutir con Sadam Husein acerca de los gringos, que con ella acerca de la dieta.@enrigue_zuloaga