“Los muertos no hablan”, fue lo que dijo el encargado del camión recolector de basura al accionar el botón que compacta los deshechos para depositarlos al interior de la unidad. Eran dos pesadas bolsas negras sobre una cobija mojada en líquidos que alzaron con dificultad dos trabajadores recolectores y que al aventarlas al carretón -por el impacto- una de ellas se abrió dejando ver el torso y la cara de una persona.Ocurrió el pasado mes de febrero en calles de la Colonia Rancho Nuevo, cerca de Santa Elena de la Cruz, en donde a principios del mes de agosto de 2018 se descubrieron al menos 10 cuerpos enterrados en una casa. Platicando con habitantes del lugar reconocían que a diario las operaciones de venta y consumo de droga en sus calles era una constante, no denunciaban por temor y reconocían que las autoridades sabían del tema, pero nadie hacia nada. Lo mismo sucedía en Santa Elena Alcalde y Santa Elena Estadio.Después de ver dos bolsas abandonadas en la banqueta de sus casas, vecinos de la primera colonia mencionada alertados por los malos olores que despedían, llamaron a una patrulla de la Policía de Guadalajara. Al llegar, un policía rompió con un cúter uno de los bultos y observó que eran huesos, mencionó que se trataban de animales y se fue.Horas más tarde “para quitarse el pendiente”, los vecinos ofrecieron 200 pesos a los señores de la basura para que se llevaran a los aparentes animales y su mal olor. El silencio invadió por segundos la macabra sorpresa que se llevaron los presentes. Días antes del descubrimiento, por esa misma zona, sujetos encapuchados ingresaron a un domicilio para asesinar a un hombre de 35 años de edad que se encontraba en una de las habitaciones. Por lo menos le dieron tres disparos. Los rumores señalan que, en realidad, pretendían matar al hermano de la víctima, por lo que el sobreviviente prometió vengar a su pariente.Luego aparecieron las bolsas y con ellas el misterio de quiénes habrían sido las personas que tuvieron ese fin. Incógnita que terminó entre los trabajadores del servicio recolector de basura y vecinos que quizá -involuntariamente- pusieron punto final a la trama.Son siete mil 117 desaparecidos, y contando, en Jalisco, según el último reporte del Gobierno estatal. Igual número de historias detrás de cada uno de ellos. La búsqueda de las familias fragmentadas es inimaginable y agotadora. Piden a las autoridades la mejora en el sistema de registro de casos y carpetas de investigación, así como consejos ciudadanos de vigilancia.Si la historia relatada se multiplica en distintas ocasiones, no habrá ninguna estrategia, por elaborada que sea, que termine con un complejo problema que sugiere dolorosamente que hay que buscarlos también entre la basura.
