Sábado, 20 de Abril 2024

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Dentro y fuera 

Por: Luis Ernesto Salomón

Dentro y fuera 

Dentro y fuera 

La dicotomía entre lo privado y lo público, entre lo mío y lo nuestro, es uno de los motores de la sociedad liberal y democrática.  La suma de los individuos libres constituye la soberanía de las naciones y la esencia del estado. La sociedad está integrada por individuos que actúan simultáneamente en lo público que implica las acciones políticas y lo privado formado por el ámbito doméstico, la casa, el hogar, la familia. Lo público transcurre fuera, lo privado dentro. La línea que divide estos ámbitos es la defensa de los derechos de las personas que corresponde al Estado proteger y garantizar. Esa línea de defensa supone la seguridad personal, la libertad y el derecho al desarrollo personal y del grupo familiar.

En nuestro país esa línea se ha vuelto punteada, intermitente por la debilidad de las instituciones públicas y ha obligado a las personas a marcarla con recursos propios, de forma que se levantan bardas, instalan cámaras, contratan servicios de seguridad privada, construyen fortalezas que aíslan de las comunidades y generan bloques de desigualdad enormes.

Esa debilidad es producto de los defectos en la conformación de una democracia joven como la nuestra, de la mala gestión y del verdadero asalto de las instituciones por parte de grupos de la delincuencia, que poco a poco se constituyen en factores determinantes de la vida pública, poniendo en entredicho esa línea de autoridad y amenazando el ámbito privado de todos, como un fantasma en la sombra de la impunidad. Surge así el miedo que está cambiado el comportamiento de una sociedad que busca protegerse de una amenaza tan invisible como presente. Se generaliza la desconfianza respecto a las autoridades y se agranda la distancia de lo público.

Afuera se expresan las protestas intermitentes, pero es en lo privado donde se actúa realmente para protegerse; aunque es por dentro donde la indignación corroe y la rabia hace bullir las emociones contenidas, es por fuera donde se mantiene frágil una cordura que intenta vivir con “normalidad”.

Esta dicotomía permite que muchos vean como si fuera, en las pantallas, en el espacio externo de lo público viviéramos una descomposición que no alcanza a lo privado. Se habla de lo que pasa allá afuera en una realidad de la que nadie quiere ser parte. Desde adentro se defiende algo contra lo de afuera, olvidando que ambos son parte de lo mismo y corren la misma suerte. Estas reflexiones vienen al caso porque últimamente los hechos horribles que suceden fuera se han aparecido con mayor frecuencia salpicando palabras e imágenes que, quisiéramos fueran mentiras, pero sabemos son verdad lacerante  en la mente y el corazón de los más jóvenes, de aquellos que deseamos mantener siempre dentro para protegerlos.

Más allá de la pasión para echar culpas es momento de reflexionar seriamente respecto a cómo revertir el deterioro de de las instituciones que forman esa línea de defensa que se ha debilitado. Y aunque puede haber diferencias en el cómo proceder, lo cierto es que es la hora critica para frenar la violencia, debilitar a la delincuencia y fortalecer los servicios púbicos de justicia y seguridad. Nos corresponderá hacer esfuerzos desde dentro para fortalecer lo público, y quizá el primer paso es dejar de voltear a otra parte cuando se agrede a los demás, porque la garantía de la acción pública no está funcionando y hay que hacer que funcione. Y la amenaza no está en colores, ideas, o grupos, sino en ese ente delincuencial que se ha filtrado por todas partes. Si perdemos la perspectiva del valor de lo público y nos dividimos favorecemos a la causa del problema. Nos corresponde ahora buscar la suma de todos para fortalecer lo público, que no está afuera sino dentro.

luisernestosalomon@gmail.com
 

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