Para YP y L de la S y MVPY también ha sido de lo mejor: permitió a los tapatíos tener un parque lineal, que pasa frente a catedral, mide dos kilómetros y medio, contiene como dos mil nuevos árboles, ciento dos nuevas fuentes y tiene quince ramificaciones hacia el oriente y hacia el poniente uniendo todos los hitos y espacios públicos del centro: el Paseo Fray Antonio Alcalde.Pero, se insiste, tener 30 mil millones de pesos de dinero público botados sobre la cara completa de Guadalajara es muchas cosas: un ridículo nacional e internacional, una afrenta a toda la ciudadanía, una exacción contra los más pobres, un diario incremento a la contaminación que nos asfixia, un increíble despilfarro de recursos de todo tipo (con sus proporciones, como la cancelación del Nuevo Aeropuerto de México por la 4T).Alguien comentaba (o chismeaba) el otro día que un pequeño grupo de empresarios extranjeros interesados en invertir en Tlajomulco paseaba hace unas semanas por el centro. Curiosos, preguntaron que qué era todo ese cochinero de obras. Se les informó. Se quedaron atónitos y pensaron que el que les había explicado se había burlado de ellos. Cuando se convencieron de la seriedad del tema, intercambiaron miradas de inteligencia y ya no dijeron nada. Al día siguiente tomaron sus aviones de regreso. Lo último que dijeron en el aeropuerto es que no podían hacer negocios en una ciudad y un estado poco serios.Vamos siendo serios: la culpa de este dolorosísimo papelón es culpa de la federación (y el socavón de la casa de los Perros también). Muy puntualmente, de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes. Ni del Gobierno de Jalisco ni menos de los ayuntamientos. Al revés, quien sí cumplió, más o menos, sus compromisos, fue el régimen estatal pasado, así como los municipales. Fue el Gobierno de Jalisco quien casi completó el Paseo Alcalde. Faltan de completarse, a la fecha, la Glorieta de la Normal, el Parque Chopin, el conjunto de la Sagrada Familia-Registro Civil-Hospitalito, el jardín del Santuario (que lo llevan, muy mal hecho, a la mitad), el jardín de San José-Casa de los Perros (con todo y espectacular socavón), la Plaza de Armas, los atrios unidos de San Francisco y Aranzazú, y el tramo de San Francisco a la Calzada. Todo esto era, y es, responsabilidad y culpa del régimen federal (el actual no puede, ni de lejos, lavarse las manos).Tajantemente: está directamente en manos del licenciado López Obrador que la línea tres se termine este mismo año. Nomás que la línea tres ahora es rehén centralista en la difícil pugna entre el gobierno federal y el del Estado. Al licenciado López Obrador a lo mejor no le va a gustar del todo que el ingeniero Alfaro coseche el éxito de terminar la línea tres.La línea tres está muy bonita. Los viaductos mejoraron la habitabilidad, la movilidad y la imagen urbana de Ávila Camacho y Revolución. Parece -porque están bastante bien hechos- modernos acueductos como el de Querétaro. Es cosa de ponerle un poco de humor e imaginación. Las estaciones están muy sobreactuadas pero no son desastrosas más que por su color negro, que nos va a costar carísimo en aire acondicionado. A lo largo de los 23 kilómetros va a haber -alrededor de las estaciones- 14 plazas llenas de árboles y bancas. Hay como 30 kilómetros de razonables ciclovías nuevas, etcétera.Pero todo esto, que hasta ahora ha costado 30 mil millones, está al día de hoy generando lo que viene siendo mucho interés y capital en algún ignoto banco a favor de ya no sabemos quién. Qué vergüenza. Pero ya se verá, a principios del 2020, qué gusto nos van a dar el licenciado y el ingeniero al tomarse la foto de inauguración. ¿O no?
