No están para saberlo, pero en 2006 fui guardia de seguridad privada en el Tren Ligero de Guadalajara.El sueldo era indigno igual que el trabajo: una jornada de 12 horas de pie frente al reloj gigante del andén.El primer día intercambié impresiones con un colega chaparrito y experimentado. “Uno se acostumbra”, me dijo. En seguida me mostró una tira de aspirinas: “pero bueno, el cansancio en los pies, aunque uno esté acostumbrado, la verdad es que sí duelen”.Eso explica mi empatía hacia las y los trabajadores obligados a pasar su jornada laboral de pie: guardias privados, cajeros y empleados de mostrador en tiendas departamentales y de conveniencia, despachadores en comercios, gasolineras y similares.Sólo quien ha estado ahí entiende qué significa una jornada completa de pie.Por esta razón me parece un acto de elemental justicia la “Ley Silla” que hoy entra en vigor. Esta reforma a la Ley Federal del Trabajo es muy sencilla.El patrón ya no puede obligar al empleado a permanecer de pie durante toda la jornada laboral (ni siquiera con el pretexto de que da “mala imagen”).Por el contrario, ahora está obligado a dotar de una silla con respaldo a su trabajador y a respetar períodos de descanso.Está dirigida a “sectores de servicios, comercio y centros de trabajo análogos”, así como industrias “cuando lo permita la naturaleza del trabajo”.A partir de hoy, la Secretaría del Trabajo federal tiene un mes para emitir los lineamientos. Allí asentará criterios generales como el tipo de silla por sector, la duración de los periodos descansos, y los criterios para cumplir con un espacio adecuado.Una vez publicado este documento, los centros de trabajo tienen seis meses para adecuarse a la norma, cosa que deberá ocurrir a partir de diciembre de este año. En 2026 comenzarán las inspecciones y sanciones.La Ley Silla será una realidad. Con poco menos de 40 inspectores para todo el estado, la Secretaría del Trabajo de Jalisco deberá supervisar que se cumpla esta medida. Seamos optimistas de que así será.Por cierto, mi empleo como guardia de seguridad privada en el Tren Ligero duró una semana. Fue parte de una investigación periodística encubierta sobre las condiciones de trabajo y la falta de capacitación. Me dolieron los pies toda la semana, pero encontré lo que buscaba.