Martes, 14 de Octubre 2025

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Coronavirus, una prueba a la sanidad y a la información

Por: Luis Ernesto Salomón

Coronavirus, una prueba a la sanidad y a la información

Coronavirus, una prueba a la sanidad y a la información

A fines del año pasado nadie imaginó que en solamente tres semanas se pusiera a prueba al sistema sanitario global y al enorme aparato de difusión de información en el mundo. Un coronavirus proveniente de animales contagió a algunas personas en Whuan, China, y en unos días las alarmas se encendieron al verificar un contagio sistemático y registrarse las primeras muertes por los estragos respiratorios que causa la enfermedad.

Así paralelamente en las redes sanitarias y en la comunicación digital se expandió la alerta que finalmente llevó a la Organización Mundial de la Salud a emitir una declaratoria oficial de emergencia sanitaria global. Hasta ahora el virus sin nombre ha postrado a más de diez mil y matado al menos a 213 personas en solo unas semanas, esparciendo los contagios por cuatro continentes. Ha provocado una restricción de viajes internacionales sin precedentes y provocado el cierre de comercios e industrias en China.

Se le ha designado con un nombre provisional como 2019-nCoV, y se ha tenido el cuidado de evitar nombrarlo con sustantivos que impliquen algún grado de señalamiento o discriminación a regiones, países o sitios conforme a las mejores prácticas de la Organización Mundial de la Salud OMS. Hay que considerar que en el pasado se ha nombrado a los virus refiriendo los lugares de diagnóstico como la gripe española, o la fiebre hemorrágica del Congo, o Lyme, en referencia a un poblado en Connecticut, o Ébola, en relación con un río cercano al punto de difusión.

Ahora los cuidados han sido mayores en todos los sentidos y los esfuerzos sanitarios mucho más coordinados que lo que se vivió en el caso del SARS hace algunos años. También la difusión de la información y la movilidad son mucho mayores, lo que ha reducido la capacidad para controlar la información local de China hacia el exterior.
Aun así los especialistas universitarios en Nashville dedicados a seguir la afección han calculado en decenas de miles los enfermos que no han sido reportados oficialmente por las autoridades en la nación asiática. La mortalidad de la enfermedad es calculada en solo 2% de los enfermos, pero el ritmo de contagio es el punto mayor preocupación.

Las autoridades sanitarias de México han dicho que el virus llegará a nuestro país tarde o temprano y habrá que estar preparados, mientras que las de los Estados Unidos, que atienden a cuento menos de cinco casos y han repatriado a sus ciudadanos desde el epicentro de la epidemia, han considerado que la amenaza es leve.

La situación sanitaria pone de manifiesto, una vez más, la necesidad de mantener políticas de asistencia a la población coordinadas con otras naciones, especialmente con Estados Unidos para enfrentar una posible expansión del virus. Así como se procura la repatriación de los mexicanos afectados en China en coordinación con otras naciones, la coordinación en materia epidemiológica se manifiesta en acuerdos para asistir a las naciones de Centroamérica y el Caribe, en caso de la emergencia escale.

Lo más importante en estos casos es conocer la información real, emitida por fuentes oficiales y evitar caer en pánico o generalizaciones, pero al mismo tiempo implica el derecho de las personas a saber puntualmente la verdad. Hasta ahora la información disponible ha fluido por los conductos oficiales en China y a nivel global por los de la OMS. Los especialistas hacen modelos de la evolución en dos dos rutas: la expansión y la contención. En el primer caso, el manejo de la información sería crucial dadas las enormes consecuencias económicas de la expansión del temor o del pánico, algo que comienza ya a ser evidente en algunas actividades como el turismo y la aviación.

Para México sería una prueba que connota una oportunidad para reforzar las experiencias pasadas y conformar una mejor capacidad de respuesta. La coordinación internacional sería también fundamental en caso de una expansión de los contagios, que esperemos no suceda. Sin embrago, la sola perspectiva obliga a las autoridades sanitarias a aplicar los protocolos establecidos y estar preparados.

El hecho duro que hay que considerar es que más diez mil personas están enfermas en el mundo con una afección nueva, que proviene de un virus que exclusivamente se detecta en animales y mutó para afectar al hombre.

La capacidad de comunicación pone a prueba el manejo responsable de la información en una situación real y delicada, cuando estamos al mismo tiempo viviendo el imperio de la percepción, la post verdad y la dispersión constante de noticias falsas. Hechos como este obligan a la selección de fuentes y moderación de datos en los medios de comunicación masivos, y ponen a prueba la responsabilidad de las audiencias en la dispersión de mensajes.

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