Jueves, 02 de Mayo 2024

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CANCELADO

Por: Argelia García F.

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No tengo la cuenta. Ya no me es posible seguirla. La cantidad de teatros, museos, salas de exposición y espacios culturales que han tenido que parar por el Coronavirus supera ya por mucho lo que previmos como artistas, promotores, gestores, empresarios y autoridades. La industria (porque hay una) cultural pierde.

Hay quienes dicen que siempre en este negocio se pierde y que aun cuando se gana en taquilla nunca se repone en realidad una inversión y creo que tiene que ver con distintos factores. En primer lugar, el tiempo invertido en estudio, en conceptualización para una producción no nace nada más de esta idea mágica, sino también de la vida transcurrida, de la curiosidad que de ella brota y que formándose dentro de una carrera y de una necesidad el artista va dando forma con el tiempo.

Nos llama la atención cuando un cineasta habla de los diez años que tardó en filmar una película y claro un director de ópera en este mundo tiene mucha menos exposición, pero muchos sueñan con montar una determinada obra que van concibiendo a lo largo de su carrera y que con suerte, con mucha suerte logran conciliar todos los elementos que se requieren para verla puesta en escena tal y cual la imaginaron.

El Coronavirus (Covid-19) es una amenaza para los artistas al igual que para todos los que trabajan en el sector. Miles de empleos tras bambalinas están en riesgo y esto solo evidencia que siempre —por lo menos en este país hasta en sus mejores glorias— lo han estado y es que las condiciones de trabajo sean para el artista o técnico son siempre riesgosas y confusas, se vive siempre al día. Las grandes salas del mundo han puesto en sus majestuosos carteles “cancelado”. Algunas obras se pospondrán, algunas no. En nuestra ciudad, el FICG y los principales teatros también toman medidas al respecto.

Al momento de encarar una crisis de esta magnitud, el artista se recluye en el silencio que la autoridad exige y que responsablemente asume y utiliza para crear y para pensar en volver al escenario, a las salas de concierto, a los muros. Pero ¿Quién paga todo este silencio?, ¿Quién paga las miles de horas de trabajo que no terminarán de espejearse con el pueblo?.

Sí, son momentos de prudencia. Ojalá se suspendiera y de una vez por todas, también el miedo… @argelinapanyvina

argeliagf@informador.com.mx

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