Miércoles, 08 de Mayo 2024
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Autoritarismo, otro virus contagioso

Por: Diego Petersen

Autoritarismo, otro virus contagioso

Autoritarismo, otro virus contagioso

Tan asustados como estamos con los efectos en la salud y la economía del famoso COVID-19, pasan de noche una serie de actitudes de nuestros gobernantes que han visto en esta pandemia la oportunidad para el autoritarismo. El deseo oculto -y a veces no tan oculto- de todo poderoso es regir la vida de los otros. Seguramente encuentran en ello el extraño placer de hacer-hacer, lo más cercano que un hombre puede estar a la idea de dios. La misma ONU ha advertido de los desplantes autoritarios y del peligro de que estas visiones se propaguen y encuentren eco debido a la situación de emergencia.

En México lo hemos visto en todos los niveles de gobierno. Desde alcaldes que han decretado estados de emergencia sin tener atribución legal alguna para ello, hasta gobiernos estatales y el mismo federal, que aprovechan la emergencia para, más allá de buenas o malas intenciones, gastar a sus anchas, hacer compras sin licitación y mover partidas presupuestales. El presidente, por ejemplo, ha solicitado al Congreso facultades extraordinarias para el manejo del presupuesto y ha recurrido, como ya es su costumbre, a cederle al Ejército el manejo de hospitales para evitar el engorroso trámite de rendir cuentas, una excepción que fue estipulada para asuntos de seguridad nacional, pero no es, como se maneja, un fuero para gastar a discreción. Con el pretexto de que las oficinas gubernamentales no están funcionando, municipios, estados y Federación mandaron de vacaciones la obligación de rendir cuentas y transparentar los ejercicios de gobierno. 

La situaciones de emergencia sacan lo mejor y lo peor de nosotros, y de nuestros gobernantes también

Desde sus respectivas palestras, el gobernador de Jalisco y el presidente de la república han hecho de la pandemia una oportunidad para imponer sus formas de ver el mundo. El problema no es que el gobernador nos regañe en cada video que sube o que escriba malas palabras en Twitter, a esto los jaliscienses estamos más que acostumbrados, sino que insulte desde el poder a quienes incumplen el confinamiento sin hacer distinción entre quienes no quieren y los que simplemente no pueden quedarse en casa (solo le faltó decir “y si no hay pan que coman pasteles”, como la clásica María Antonieta). El presidente por su parte quiere hacer su voluntad incluso en los ámbitos que no le tocan, dando órdenes a organismos autónomos como el Banco de México de cómo manejar el crédito a las empresas o diciendo que no le gusta “el modito” del acuerdo entre el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los bancos mexicanos y organismos cúpula para generar líneas de crédito preferenciales.

La situaciones de emergencia sacan lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros, y de nuestros gobernantes también. Si de algo ha de servir es para subir a los políticos a la báscula del autoritarismo y ver realmente cuánto pesa en ellos el afán de imponer.

(diego.petersen@informador.com.mx)
 

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