Viernes, 10 de Octubre 2025

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Anales para el futuro que fue ayer

Por: Augusto Chacón

Anales para el futuro que fue ayer

Anales para el futuro que fue ayer

En el comienzo había buenas y buenos; no mucho después se apersonaron los malos, de cualquier género. Comer, protegerse de los elementos, reproducirse y zanjar las diferencias entre los buenos y los malos, de eso se trataba la vida, pero era, como decíamos, apenas el comienzo; tan simple que, distinguir entre los que obraban bien y los otros no era difícil: las mujeres y los hombres que cabían en la primera categoría eran aquellos que se procuraban unos a otros, que respetaban el fruto del trabajo de los demás y viceversa, no se agredían físicamente y solían resolver los problemas comunes, y también los individuales, en conjunto; seguramente había violencias entre los buenos, y este es un buen ángulo para evaluar moralmente a los del comienzo: lo que hoy, milenios después, nos puede parecer violento, para ellas y ellos quizá no era sino contemporizar con el medio natural en el que se desenvolvían. Así, lo más sencillo para caracterizar al bando opuesto, el de los malos, sería decir que eran egoístas, propensos a sacar provecho de la labor y las artes de los otros, etc. Quizá no era tan así y en realidad, buenos y malos sólo se diferenciaban por su pertenecer a distintos clanes: malos los unos para los otros, y viceversa porque, y eso no ha cambiado mucho, los buenos siempre somos nosotros.

Ya muy rebasado el comienzo, luego de que los clanes, por diversas motivaciones, se mezclaron, y hacer distingos era más arduo, tuvieron que poner reglas; a algunos se las dictaron directamente del más allá. De este modo, en este esquema ficción de la realidad compleja, quedó asentado que los buenos no sólo se identificaban por ser parte de un grupo, sino que además su comportamiento, evaluado a través de reglas comunes, era señal de identidad, cualquiera que se alejara de las conductas normalizadas era colocado en la categoría de malo, y más: era castigado. No discutiremos sobre las pautas estipuladas, si fueron para beneficio de unos cuantos (casi siempre) o si tendían a fortalecer las comunidades. El caso es que, de ahí en adelante, lo recomendable, por salud y cierto bienestar, fue acomodarse en el conjunto de los buenos. Aunque para el adjetivo bueno muy pronto hubo otro comienzo: la bondad con matices, aunque en general había una aceptada uniformemente.

Una exploración sobre la diferenciación entre los buenos y los malos, y las circunstancias que los rodean. PIXABAY

Sí, para esta simplificación fruto de la imaginación (aunque, como anticipan en las películas, basada en hechos de veras), aparentemente como si nada aparecieron los matices: del espectro bicolor, blanco y negro, bueno y malo, pasamos a la riquísima paleta con miríadas de grises y negros. Y aunque lo blanco sigue ahí, más bien aspiracional o peor: para inocentes que no saben en cuál mundo viven, el meollo para esta historia está en que aquello del bien y del mal terminó imbricado -tal como después del mero comienzo se entretejieron los pequeños conglomerados de humanos- y los matices mutaron, se volvieron salvedades: no robarás, a menos que sea necesario; no desearás a la mujer de tu prójimo, o más bien: si sucede, que sólo ella lo sepa; no matarás, si las circunstancias no te obligan, y un etcétera con amplias vertientes en lo penal y en lo civil, de los impuestos al medio ambiente, de los preceptos de convivencia en espacios públicos a las de urbanidad, de la guerra a la paz, para cada caso puede hallarse una salvedad, al cabo, y es la cereza del pastel, lo que cuenta es lo que la conciencia de cada cual dicte, a conveniencia, pues el pragmatismo es lo de actualidad, de Introducción a la historia de la filosofía, de Ramón Xirau: “Pragmatismo: (gr. pragma, cosas realizadas) teoría de la verdad que define a ésta por su utilidad (…).” Nada tan valioso como lo que es útil, lo que nos es útil, de una en una, de uno en uno; nomás que hay corrillos de unas y unos que dictan y rigen, para los individuos de la multitud, atenidos a sus intereses. Para más datos: preguntar a Rusia y sus aliados, a Estados Unidos y a los suyos, y a Ucrania, mientras pueda responder. 

Parecería que los argumentos previos son de índole moral, el bien y el mal, no enteramente, también son políticos: al hundirnos en marasmo de tonalidades grises y negras nos alejamos del impulso gregario y, por esto, a la política en su acepción profunda le suceden dos cosas: pierde sentido y se vuelve mero instrumento de codiciosos y egoístas: así como la economía de pronto parece fin último, vital, la política se usa como explicación, justificación para detentar el poder público patrimonialmente y para dar la vuelta a la lista de deudas que los gobiernos, que el Estado tienen con la gente, que está entretenida en discernir de cuál gris ungirse, y hasta de cuál negro, para acoplarse, para sobrevivir en las condiciones que impone el medio político, del que pende el estado de derecho atravesado por las decisiones arbitrarias de unos cuantos y por la reacciones de coyuntura de estos mismos.

Tal vez por esto la oferta de una transformación resultó atractiva para muchas, para muchos. Sólo que a estas alturas los mecanismos para conseguirla lucen tan arbitrarios y patrimonialistas como aquellos que nos dejaron, como sociedad, en la situación actual. Pero algo ya está claro: el régimen actual de la república se regodea complacido, como los previos, matizando el bien y el mal. Ni transformación ni recomienzo, ni ética ni política: historia, presente y futuro en la anomia de la ficción presidencial.

agustino20@gmail.com
 

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