Llegué a casa a la una de la madrugada empapado, hambreado y sin auto. Estoy bien. Sólo me atrapó la tormenta vespertina del martes en Zapopan. Lo que viví es incomparable con el desastre y las pérdidas de los vecinos de La Martinica, en Zapopan. Mi solidaridad con ellos. Sólo compartimos la misma tormenta, a menos de tres kilómetros. Salí a las 18:40 horas de grabar en Canal 44 en Belenes. La lluvia, si bien fuerte, tenía apenas 10 minutos de haber comenzado. Encendí el carro. Tomé Parres Arias hacia Juan Pablo II a bordo de mi auto compacto modelo 2019 (pensé adquirir una Cybertruck, pero desistí porque no necesito combatir al crimen organizado ni ver Netflix). Justo frente al Auditorio Telmex, la lluvia se intensificó a tal grado que perdí visibilidad. Antes de dar la vuelta con flecha en Pedro Moreno -que te incorpora a Avenida Laureles- decidí regresar a Canal 44 pues anticipé que el túnel de los Arcos de Zapopan estaba inundado como cada lluvia (y como lo “planearon” los ingenieros que construyeron la Línea 3). Hago notar que en ese momento había recorrido un kilómetro desde mi salida y, en los últimos 200 metros, rectifiqué al dar vuelta en U para retornar sobre Parres Arias a Canal 44. Para mi sorpresa, el nivel del agua creció de golpe y empecé a sentir cómo el auto se movía y las olas golpeaban la parte inferior. Sólo pude avanzar 300 metros hasta la gasolinera que está al cruce con Prolongación Laureles; me estacioné en la parte elevada, pero el despachador me pidió moverme, y me acomodé, junto a otros autos estacionados en fila, sobre la banqueta.La calle era un río. Esperé dos horas hasta que pasó la lluvia, la inundación y el tráfico. Cuando intenté arrancar, mi auto ya no dio marcha. El ajustador tardó dos horas en llegar y la grúa otras dos porque estaban saturados. Mi caso se clasificó como “siniestro por inundación”. Mientras esperaba otros dos autos junto a mí fueron removidos con grúa. La lluvia en esa zona fue de 83 mm en menos de una hora, según datos de Zapopan. En la clasificación del Servicio Meteorológico Nacional se trató de una lluvia nivel tres de seis en intensidad. Esto la cataloga como “intensa” (75 a 150 mm); por debajo de una “torrencial” (150.1 a 250 mm) y “extraordinaria” (mayor a 250 mm). La lluvia en Guadalajara del 13 de junio de 2022 fue de 158 mm y dejó más de cien autos varados, y daños en 92 fincas. Mi conclusión de esta experiencia es simple pero aleccionadora: ante una lluvia intensa (muy comunes), ni siquiera torrencial o extraordinaria (infrecuentes), los riesgos son altos. ¿Fui aventurado? No me lo parece. Tardé en rectificar menos de cinco minutos en un trayecto de kilómetro y medio. Ese tiempo bastó para que la calle se convirtiera en un río. Con el 90% del suelo convertido en concreto; con la urbanización desordenada de los últimos años; y con colectores viejos e insuficientes, nuestra verdadera tragedia es que estamos ahogados en cemento. Y la diferencia entre la vida y la muerte pueden ser sólo segundos. jonathan.lomeli@informador.com.mx