Jueves, 25 de Abril 2024

LO ÚLTIMO DE Ideas

Ideas |

Abucheos, siempre ayudan

Por: Diego Petersen

Abucheos, siempre ayudan

Abucheos, siempre ayudan

Cada uno lee en el abucheo a López Obrador en la inauguración del estadio de beisbol de Los Diablos de México lo que quiere ver. Algunos festejan la primera caída, el primer tropezón del Presidente hiper popular y comparten en sus redes sociales la silbatina, acompañada de la pésima respuesta del Presidente, como un triunfo, como la primera piedra que atina un destanteado David frente a Goliat. Los más pejistas por supuesto ven un complot, algo orquestado desde las esferas fifís, por la mano invisible ya no del mercado sino de la mafia en el poder, esa fuerza oscura que nunca sabes por donde atacará porque es perversa por naturaleza, para desacreditar al Presidente. Me temo que ninguno de los dos tiene razón. La rechifla tiene otro origen, mucho más mundano y simple pero no por ello menos trascendente.

Cuando los ciudadanos pagan por asistir a un espectáculo lo que menos quieren ver es políticos. La rechifla que recibió López Obrador no fue distinta, más aún diría que fue idéntica, a la que recibieron el gobernador Enrique Alfaro y el alcalde de Zapopan, Pablo Lemus, cuando fueron a la coronación de los Charros en la Liga del Pacífico. Tampoco es diferente a la rechifla que le dieron al ex presidente Felipe Calderón cuando inauguró el estadio del equipo Santos en Torreón.

Es un gesto de gran civilidad de la sociedad recordarles a los políticos cuál es el límite y que hay espacios que los ciudadanos queremos alejados de las lógicas del poder

Los espectáculos deportivos no son un asunto público, son un evento privado donde cada espectador decide libremente asistir y pagar su boleto. Normalmente son los dueños de los equipos quienes, en busca de favores del poder, invitan a las autoridades a estos eventos, y los políticos, ansiosos de colgarse cualquier medalla, de sentir que el mundo gira a su alrededor, quienes torpemente se meten donde no les toca y salen abucheados, no por lo que hicieron o dejaron de hacer sino por su sola presencia que resulta molesta.

Nadie experimenta en cabeza ajena. Todos tienen la convicción o la esperanza de que ellos sí serán bien recibidos porque son populares. Pero el rechazo no es un asunto personal, es la invasión de esferas lo que resulta inaceptable. Es un gesto de gran civilidad de la sociedad recordarles a los políticos cuál es el límite y que hay espacios que los ciudadanos queremos alejados de las lógicas del poder.

La rechifla es, pues, mucho más intrascendente de lo que parece, más para un Presidente con esos niveles de popularidad, pero ver al Mandatario destanteado, pasando un mal rato, recibiendo en carne propia uno de los muchos abucheos que los morenistas aplicaron a los gobernadores no deja de tener su encanto. Una caída del Olimpo con aterrizaje forzoso en la realidad siempre ayuda.

(diego.petersen@informador.com.mx)

Temas

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones