Sábado, 20 de Abril 2024

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AMLO o Fab quitamanchas

Por: Eugenio Ruiz Orozco

AMLO o Fab quitamanchas

AMLO o Fab quitamanchas

Narra la historia que por allá entre los siglos VII y VIII antes de Cristo, vivió en Anatolia, una región de la actual Turquía, Midas, personaje mítico a quien los dioses otorgaron el poder de transformar lo que tocaba en oro. En el siglo I de nuestra era, Juan el bautista purificaba a los seguidores con aguas del Río Jordán. Pues bien, ahora existe en México un ser predestinado que enriquece, limpia y exonera de culpa y responsabilidad a todos aquellos que se afilien a su causa, transformando a verdaderos pájaros de cuenta en blancas palomas. ¿Ejemplos? los hay muchos: ya no se diga los apóstoles Bartlett, los secretos de la corrupción; Laida Sansores, si su padre renaciera, se volvería a morir; Bejarano, el señor de las ligas; Tatiana Clouthier, el cinismo político; Delfina Gómez (¿dónde estás Vasconcelos?); los hermanos y los hijos del prócer, Pío, Andrés y José Ramón; Alejandro Esquer y Denis Zaharula, los reyes del volantín y, ¿qué decir de Napoleón Gómez Urrutia?, alumno reprobado de Don Fidel Velázquez. La lista podría ser infinita si agregamos a los chapulines que, sin recato o pudor alguno, cambian de partido con más frecuencia que de prendas interiores.

Lo previo viene a cuento porque en la narrativa del Presidente quien, so pretexto de mantener informada a la ciudadanía, se apropió de los tiempos oficiales y adquirió espacios en los medios de comunicación, a través de los cuales difunde, un día sí y otro también, la propaganda política de su régimen, condenando a quienes no piensan como él. López Obrador, lejos de crear condiciones para resolver los grandes problemas nacionales, actúa como disruptivo social y en su función de magistrado supremo arremete contra sectores muy importantes de la sociedad, ya sea por ricos, aspiracioncitas o conservadores y, con la misma displicencia, con su sola palabra, purifica a delincuentes in fraganti.

Principio fundamental de cualquier sistema administrativo es la delegación de funciones. No existe el hombre orquesta. “Se puede conquistar el mundo en el lomo de un caballo, pero es imposible gobernarlo” (Gengis Kan). El Presidente no debe ser un dispensador de favores, juez permisivo con sus incondicionales, ni conducirse como irresponsable propietario que dilapida los recursos públicos en dádivas o subsidios discrecionales.

Gobernar requiere tranquilidad para la reflexión, información privilegiada, valentía personal y humildad para consultar las decisiones con los mejores profesionales, a fin de ganar en asertividad. Reclama, asimismo, duro trabajo de oficina con los principales funcionarios para definir y operar las políticas adecuadas en tiempo y lugar. Vivimos en el mundo al revés: no se puede diseñar, dirigir, operar, supervisar, controlar y corregir las posibles desviaciones de un aparato administrativo tan grande, volando todos los días a los cuatro puntos cardinales del país. Se debe gobernar para todos, apoyándose en los más capaces, no en aquellos que solo atienden a la voz del amo. La lealtad es con la Patria, no con alguien que no alcanza a entender el honor que representa ser Presidente de la República.

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