En las memorias de México se concibe una lista básica de “antihéroes” a la que sin duda no pasará mucho tiempo antes que se incorpore el nombre de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) para sumarse a personajes de lo más perverso que dañaron a nuestro país y fueron colocados en el basurero de la historia. Las razones para ubicar al actual titular del Poder Ejecutivo en este vergonzoso listado son bastantes y muy graves, pero aquí me referiré a solo una de ellas: catapultarse como dueño de la nación.En tanto las leyes vigentes permanezcan sin reformas, se tiene por cierto que las principales funciones de quien ejerce el Poder Ejecutivo en la República Mexicana, son: diseñar, planificar y ejecutar el proyecto de un país con base en la Constitución y las leyes. Es, pues, el Presidente quien dirige, coordina, planifica y ejecuta las acciones de Gobierno.En ninguna parte de nuestra Carta Magna se le atribuye la toma de decisiones con base en su libre albedrío, capricho, soberbia, o para satisfacer su ego. En la lista de antihéroes mexicanos podemos encontrar desde la época Virreinal a personajes como Hernán Cortés, Nuño de Guzmán, Pedro Alvarado y otros más.O, a propósito de la recién conmemorada Guerra de Independencia, se puede citar a Agustín de Iturbide, a quien se considera el primer traidor absoluto de la historia nacional, uno de esos villanos indispensables de las fiestas patrias.Antonio López de Santa Anna, es el antihéroe por excelencia, por haber entregado a los Estados Unidos de América del Norte una gran parte del territorio mexicano. A Maximiliano de Habsburgo se le catalogó como “invasor” y ha sido otro de los villanos favoritos de la historia. Y en la lista no podía faltar Porfirio Díaz y su dictadura que se prolongó tres décadas. Pasó a la historia oficial como un traidor enfermo de poder.En el periodo de la Revolución la lista incrementó pero, sin pretender ahondar más en nombres, aprovecho la coyuntura de hablar de un personaje enfermo de poder como lo fue el dictador Díaz, para referirme a nuestro actual Mandatario mexicano, a quien todavía no me atrevería a calificar como dictador, aunque dicen por ahí que, «Si grazna como un pato, camina como un pato y se comporta como un pato, entonces, ¡seguramente es un pato!». Sin menoscabo de que sus mejores amigos son dictadores y otros en camino de serlo; entre ellos Miguel Díaz-Canel de Cuba; Nicolás Maduro de Venezuela; Daniel Ortega de Nicaragua; y Vladimir Putin de Rusia; así como Gustavo Petro de Colombia; Evo Morales ex presidente de Bolivia; y Lula Da Silva de Brasil. Si bien no vivimos la época de los antihéroes ya citados, y la historia en algunas ocasiones no es precisa o justa; en el caso que nos ocupa tenemos la posibilidad de ser observadores de primera fila de lo que está ocurriendo con el actual Gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador, y las señales no gustan, es más, preocupan seriamente por lo que puede devenir en nuestro país. AMLO no es rey, pero decidió vivir en un palacio para disponer de todas las ventajas, ahorros, comodidades, y excentricidades que ello representa. Desde que habita en dicho palacete, ha construido barreras a su alrededor para alejar al pueblo de un sitio que anteriormente era visitado como un lugar turístico como parte del patrimonio nacional. Desde ese lugar, emite de lunes a viernes una conferencia Mañanera en televisión nacional. Es la tribuna desde la cual ha emitido más de 100 mil mentiras en lo que va de su sexenio, un sistema de comunicación similar al maratónico programa “Aló presidente” que durante 13 años mantuvo al aire el también dictador Hugo Chávez en Venezuela. Pero aún más grave, es la disposición de recursos del erario público para satisfacer sus caprichos, y alimentar su soberbia. Y aquí me refiero al descomunal dispendio de cientos de miles de millones de pesos para la edificación de obras que pretende sean el símbolo de su sexenio pero que muy seguramente terminarán como elefantes blancos por más que ya las haya inaugurado como es el caso de la refinería de Dos Bocas; el Aeropuerto Felipe Ángeles; el Tren Maya y otras más que contrario a encumbrarse como emblema de su Gobierno serán el mayor distintivo de su enorme fracaso.Recientemente se conoció adquirió una deuda por más de 1 billón 700 mil millones de pesos, de manera que será el presidente que más ha endeudado al país. Le llevó 5 años acabar con los ahorros y fideicomisos de la nación.En otras decisiones polémicas; López ordenó frenar la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, lo que significó tirar a la basura más de 331 mil millones de pesos. Igualmente por capricho intentó vender el avión presidencial; luego lo rifó, pero terminó rematándolo muy por debajo de su valor, y todavía en el presupuesto de egresos del próximo año se contempla un apartado porque se sigue pagando. Canceló contratos a farmacéuticas generando el mayor desabasto de medicinas en la historia del país, y causando miles de muertes. En Palacio Nacional, que no es de su propiedad; Andrés Manuel rechazó recibir a la senadora Xóchitl Gálvez, quien con una orden de derecho de réplica emitida por un juez llegó a tocarle la puerta pero no le abrió. Asimismo ha cerrado la puerta a periodistas y políticos que considera “adversarios”. Se ha negado a recibir a madres buscadoras, grupos feministas, líderes sociales, activistas y a cualquiera que no es de su agrado.En su más reciente actuación en plan de dictador, se atrevió a ejercer una especie de papel de ‘cadenero de antro’, al limitar el ingreso a quienes lo acompañarían al balcón del palacio para el tradicional Grito de Dolores. Así fue como dejó de invitar a las representantes de los Poderes Legislativo y Judicial por “estar en contra de nuestra transformación y aliados de los corruptos”, dijo, y solo se hizo acompañar por la No Primera Dama. El dictador en el balcón sin contrapesos. AMLO no entiende que la conmemoración de la Independencia no es su fiesta privada…Y si lo que quiere es tener derecho de admisión que se vaya a La Chingada (a su rancho, pues).opinión.salcosga@hotmail.com