Jueves, 28 de Marzo 2024

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A tambor batiente

Por: Jaime García Elías

A tambor batiente

A tambor batiente

En el cuarto programa de la Segunda Temporada 2021 (y primera con público en el Teatro Degollado después de la pandemia) de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), en las audiciones agendadas para el jueves pasado y este domingo 11, hubo (y habrá) tamborazos a Dios dar...

A Enrique Radillo, director asistente de la OFJ, correspondió estar al frente del ensamble para esta doble sesión.

La primera obra programada es el “Homenaje a Cervantes”, del compositor jalisciense José Pablo Moncayo. La orquesta (cuerdas y dos oboes) desarrolla en menos de nueve minutos una melodía mínima, “de un hipnótico lirismo y serenidad formal” -según alguno de sus críticos-, que para nada remite a las consabidas peripecias de los personajes de las inmortales novelas de Don Miguel.

La “Toccata para Percusiones”, de Carlos Chávez, programada a continuación, quiso ser, según el propio Chávez, “un experimento con instrumentos de percusión ortodoxos”. Desde su estreno, en 1942, ha sido, por sobre todas las cosas, un reto para los percusionistas que la han abordado. El primer movimiento se caracteriza por redobles extensos, entrelazados entre sí. El segundo (Largo) es de carácter reposado. El tercero (Allegro), hilvanado al segundo, sin pausa, es agitado, enérgico y cuasi-marcial.

Cierra el programa una de las obras más celebradas del compositor húngaro Bela Bartok: “Música para Cuerdas, Percusión y Celesta”. Sus críticos, desde su estreno, no solo discrepan, sino se van a los extremos. Para unos, se trata de una obra “misteriosa, seductora y excitante”, a la que encuentran semejanzas con la obra de George Enescu (aunque ninguna hay, ciertamente, con su célebre Rapsodia Rumana, efervescente, colorida y melódica); otros la encomian al punto de considerarla “una de las más grandiosas e imaginativas piezas orquestales del Siglo XX”. Las voces de la otra acera la han calificado de “vaga e inconexa”; algunos más han dicho -y no precisamente en tono encomiástico- que sería “la música perfecta para una película de horror”.

El primero de sus cuatro movimientos (Andante Tranquilo) es una fuga lenta y progresiva, cuyo tema aporta material para los otros tres. El segundo (Allegro), vivo y brutal, contrasta con el precedente. El tercero (Adagio), tiene un carácter nocturno y misterioso. El cuarto (Allegro molto), primordialmente rítmico, tiene la intensidad y la vitalidad propias de una danza folklórica húngara.

jagelias@gmail.com

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