Jueves, 25 de Abril 2024

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A Fernando del Villar

Por: Cesáreo Escobedo

A Fernando del Villar

A Fernando del Villar

El 10 de septiembre se nos adelantó un hombre lleno de luz, integridad, sabiduría y con una capacidad mental privilegiada, Fernando del Villar Treviño. Tus amigos del ITAM hicimos esta carta porque creo que sólo así podemos tratar de procesar un poco más lo sucedido y es una pequeña forma de dejar huella de la gran persona y compañero que fuiste. 

Nos acercamos a tu hermano Lalo, porque creo que nadie puede hacerte honor en vida como él. Muchos no habíamos tenido el gusto de interactuar con él, y después de leer su carta en 12 minutos aprendimos lecciones que nos hubiéramos tardado una vida entera en entender. Lecciones que tú nos dejaste a todos. Familia Del Villar Treviño, no tenemos más que respeto y solidaridad hacia ustedes. 

Hay muchas cosas que te quisiéramos decir todos, pero creo que se resume en lo siguiente: gracias por ser, por escucharnos y por haber estado ahí para todos nosotros en algún momento. 

Fuiste mi compañero de la carrera de Derecho en el ITAM durante cinco años. Durante ese tiempo, compartimos clases, desveladas, desayunos, consejos para las tesis, y breaks para ir por papitas a la tienda de Chente en clases que creo que nunca terminamos de entender. 

Llegué a la Ciudad de México en el 2015 sin conocer a nadie y fuiste una de las primeras personas en extenderme su mano. Nunca se me va a olvidar cuando me rompí la cadera, y para atender a clases tenía que utilizar una andadera. Me tardaba unos veinte minutos en llegar de salón a salón y mi incapacidad de cargar mi mochila era muy frustrante. Fuiste de las pocas personas que caminaba conmigo pacientemente al salón, platicando de los planes que cada uno tenía a futuro, siempre riéndonos que era plan con maña para llegar lo más tarde posible a la clase. 

Formamos una comunidad en la que sabíamos que contábamos el uno con el otro sin importar si convivíamos fuera de las clases o no. El cariño y el respeto siempre estuvieron ahí. 

Mi Delvi, gracias por abrirnos los ojos y por recordarnos la importancia de la empatía. Las personas que te conocimos sabemos el gran hombre que fuiste. A título personal, siempre admiré tu capacidad mental, de procesar información y de hacer las preguntas más específicas y atinadas durante las clases. Siempre seguro de tí mismo, orgulloso de tu trabajo y un abogado dedicado dentro y fuera del salón de clases a ejercer con pasión.  

Para la persona que esté leyendo esto: luchemos día con día por amar de una manera profunda, cuidarnos unos a otros, y vivir una vida significativa. 

Te queremos, respetamos y admiramos. Honraremos siempre lo que nos enseñaste,

Tus amigos del ITAM.

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