Erosionar las libertades es quizá uno de los síntomas más claros de las olas anti derechos que emergen en México y el mundo. En el clima político de este país, permea la intolerancia del poder político ante la crítica periodística y ciudadana, o incluso, ante la opinión pública y política que cualquier ciudadano de este país pudiera tener. La Presidenta Sheinbaum ha dicho una y otra vez que la libertad de expresión en México se encuentra sana y garantizada, pero al parecer, no ha conocido bien sobre los últimos casos de censura que se han ejercido utilizando banalmente y desvirtuando la figura de la violencia política contra las mujeres en razón de género por parte de actores/as políticos de este país. La democracia y la libertad de expresión dependen una de otra, siempre han sido amenazadas como bien público y fundamentalmente como derecho. El poder que se incomoda con comentarios o críticas que afectan su imagen y que decide ejercer acción jurídica en contra de ciudadanos que se expresan en el espacio público y cívico ha ido incrementándose de manera preocupante en los últimos meses. La ciudadanía se enfrenta ante ese poder arbitrario desde donde no tiene ningún instrumento de defensa. Generar miedo a la crítica o a la opinión, es profundamente preocupante y simbólico. Al margen de la terrible evolución de la conversación pública en las redes sociales, la ciudadanía a ras de tierra y que decide denunciar presuntos actos de corrupción y de nepotismo, se la piensa dos veces antes de emitir un comentario por temor, y cuando la libertad de expresión es amenazada por el miedo, es cuando las alertas se encienden porque el siguiente paso, es la autocensura y el uso desmedido de las instancias jurídicas en favor del poder político. En el año 2024, Karla Estrella, ciudadana de Sonora, escribía un mensaje en la red social X (antes Twitter) criticando una conducta de presunto nepotismo en el reparto de candidaturas en donde la hoy diputada Diana Karina Barreras, esposa de Sergio Gutiérrez Luna (integrante de Morena y presidente de la Cámara de Diputados) estaba involucrada. Barreras, denunció a Karla Estrella por violencia política contra las mujeres en razón de género y el Tribunal Electoral Federal la sentenció a pedir disculpas públicas durante 30 días seguidos, pagar una multa, tomar un curso de género y estar inscrita en el Registro de Personas Sancionadas del INE durante año y medio. Imagine usted, una ciudadana usuaria de las redes sociales, sentenciada a pedir disculpas públicas en sus redes durante 30 días seguidos. Un perdón infinito, una humillación inaceptable porque proviene desde el poder jerárquico y despótico. Un doble estándar de interpretación jurídica entre unos servidores públicos y una ciudadana.Imagine, día uno, perdón, día dos, lo lamento, día 30 lo siento. Karla Estrella tendrá que escribir y postear durante 30 días un mismo mensaje o quizá, un mensaje que detone reflexiones profundas en torno a su sanción. Es sencillamente, una humillación que hace un uso indebido de la violencia política contra las mujeres en razón de género y que banaliza la lucha legítima de muchas mujeres en México.Karla Estrella es solo un reflejo de la intolerancia, y detrás de ella vienen muchos otros casos más que se enfocan en periodistas, académicas y canales públicos de televisión como Canal 44 de UdeG TV.La Presidenta Sheinbaum debería reconocer que, en torno a la censura, no existen piezas aisladas, sino que todas se unen en función de un uso político aberrante con relación a la violencia política de género, en donde desde los tribunales, han decidido que cabe todo deslegitimando el sentido real de esta figura. El poder ha construido su nuevo manto de impunidad. No queda claro si esta es una estrategia sistemática que podría llegar a censurar, mediante la ley, todo lo que se dice y/o critica en redes sociales. La mayoría legislativa del régimen podría impulsar una iniciativa de este corte. No existe cosa más preciada que la libertad de expresión. Es un derecho humano fundamental. La pregunta central es ¿cómo defendemos nuestras libertades de manera colectiva?, ¿cómo frenamos al poder impune que tenemos de frente? Desvirtuar la figura de violencia política contra las mujeres en razón de género, es un grave peligro para las propias luchas de las mujeres, y esta, no puede ser degradada por los excesos de la egolatría y la banalidad política. ierika.loyo@udg.mx