Pienso en el PRI como una civilización que se extingue (aunque su cultura y herencia están más vivas que nunca). Y la mejor manera de entender una época que sucumbe es con sus propias palabras. Por eso comparto este compilado de 13 máximas priistas. El potosino Gonzalo N. Santos, cacique y gobernador de su estado a mediados del siglo pasado, es considerado el “padre de la corrupción moderna”. Nos entregó un destilado de frases como: “La moral es un árbol que da moras, o vale para una chingada”. Este precursor del federalismo también expresó: “Mientras en el centro crean que estoy bien aquí, y aquí que estoy bien en el centro, todo está bajo control”. De su libro Mis Memorias, Monsiváis rescata un pasaje en donde narra su encuentro con un periodista incómodo: “¿Con qué carácter me va usted a fusilar?”/ “Con el carácter de diputado -le contesté-, para algo me ha de servir el fuero…” En los ochenta, el mandatario jalisciense Flavio Romero de Velasco solía decir: “El poder es para ejercerlo a toda costa”. Otro clásico local, Javier García Paniagua (padre de Omar García Harfuch, actual secretario de Seguridad de la CDMX): “En política todos tenemos dueño; si el perro no te hace caso, habla con el dueño del perro”. La mítica disciplina partidista se refleja en esta frase atribuida al cenecista Chema Sotelo: “Si el PRI postula como candidato a un olote, votamos por el olote”. Al sempiterno líder sindical Joaquín Gamboa Pascoe se le atribuye esta frase teresiana: “Qué, ¿porque los trabajadores están jodidos yo también debo estarlo?”. Desde luego no puede faltar el humilde profesor Carlos Hank González: “Un político pobre, es un pobre político”. “Ni los veo, ni los oigo”, decía Carlos Salinas de Gortari sobre la oposición, frase superada con creces por su Secretario de Hacienda quien declaró: “La pobreza es un mito genial”. Ahora que AMLO anda en Estados Unidos y tras la muerte del ex presidente Luis Echeverría Álvarez, vale la pena recordar aquél clásico echeverrista de la confusión: “Las relaciones con Estados Unidos ni nos perjudican, ni nos benefician, sino todo lo contrario”. “Sí es mi voz, pero no soy yo”, dijo el góber precioso de Puebla. Alito Moreno, líder nacional del PRI, ha llegado lejos sólo porque está parado sobre hombros de gigantes. Su frase pasará a la historia quizá como el último clavo del priato: “A los periodistas no hay que matarlos a balazos, papá, hay que matarlos de hambre”. El sepulturero de honor del PRI sólo cava más hondo el hoyo que cree tapar. P.D. Gracias a los priistas que, de manera anónima y desinteresada, me compartieron parte de su “catecismo” revolucionario institucional, aunque ya ninguno milite en el PRI. Todos andan en Morena.
