De acuerdo: en varios partidos de la quinta jornada del Torneo de Clausura hubo errores arbitrales que los pretendidos expertos en la materia se encargaron, según ellos, de evidenciar...*Es probable que varios de esos errores fueran, al final de cuentas, intrascendentes, precisamente porque no se reflejaron en los resultados. Uno sería el puntapié de Juninho al pie derecho de Castillo cuando éste preparaba el fusilamiento al arquero de los “Tigres”. Como los “Pumas” ganaron el partido por 2-0, la pifia arbitral, como ya se apuntó, quizá evitó que el marcador fuera más amplio... pero no impidió la victoria de los capitalinos. Otro se habría registrado en el duelo entre Pachuca y Morelia, donde se concedió un penalty a los “Monarcas” por una falta discutible; pero como previamente se omitieron dos señalamientos similares en infracciones flagrantes de los defensores hidalguenses, y como los michoacanos ganaron de todas formas, váyase, pues, el uno por los otros.En dos partidos hubo manos de los defensores en el área: uno en el Querétaro-Veracruz, supuestamente a favor de los locales; otro en el Necaxa-Toluca, a favor de los visitantes. En ambos casos, los zagueros realizaron los movimientos naturales, orientados a tapar con el cuerpo el inminente servicio o disparo de los atacantes; en ambos, la distancia entre los actores del lance era mínima; en ambos fue notorio que el balón fue al brazo y no el brazo al balón. Curiosamente, las opiniones de los “expertos” —como suele suceder…— se dividieron, a pesar de que ellos tuvieron múltiples ocasiones de revisar las acciones desde diferentes ángulos. Y lo más curioso fue que, aferrados a que “en la Regla XIV —la correspondiente al tiro de penalty— se suprimió la palabra ‘intención’”, varios de los susodichos “expertos” se sacaron de la manga la peregrina conclusión de que las manos fueron “deliberadas”; es decir, voluntarias o “intencionadas”… aunque este vocablo haya sido suprimido del léxico de los silbantes, de común acuerdo entre algún embozado enemigo del idioma y otro de la sindéresis, entendida ésta como la capacidad natural para juzgar rectamente.*Finalmente: los dizque expertos —ex silbantes muchos de ellos, y tan falibles, entonces, como sus colegas de los que se erigen en jueces— pretendieron evidenciar esos yerros… aunque la Regla V otorga a los fallos arbitrales, tuertos o derechos, en cuanto a los hechos que sancionan, el carácter de “definitivos”.
