Viernes, 03 de Mayo 2024

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* Ropa sucia

Por: Jaime García Elías

* Ropa sucia

* Ropa sucia

Que Costa Rica venza a México, mañana sábado, es posible. Que México gane el partido, hilvane su octava victoria consecutiva en el arranque de la “era” de Gerardo Martino como técnico nacional y clasifique a Semifinales de la Copa Oro, es lo más probable. Es lo previsible. Es lo lógico.

Lo otro, al margen de las circunstancias que pudieran presentarse en el encuentro y resultar determinantes para el resultado que se antoja improbable, daría pie a que se recordara que, como dice el lugar común, el futbol es una cajita de sorpresas… y que aún no se descubre la fórmula del equipo invencible.

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Pudieran combinarse -contra todos los pronósticos, valga el subrayado-, por un lado, una actuación inspirada de los ticos; por la otra, un desempeño calamitoso del “Tri”. Sería, si esa combinación se diera, una reedición, aun con cifras más amables, del 7-0 adverso de México ante Chile, en la Copa América-Centenario (el pasado día 18 se cumplieron tres años del episodio), que dio el cerrojazo a la “luna de miel” de la “era” de Juan Carlos Osorio.

Lo primero parece remoto, porque los críticos costarricenses concuerdan en que el proceso encabezado por Gustavo Matosas -bicampeón en el futbol mexicano con el León, por si ya se ha olvidado- en el seleccionado centroamericano, ha sido errático. De hecho, el mismo Matosas, sin rendirse de antemano, reconoce que la estructura y el nivel del futbol mexicano son superiores, sin punto de comparación, a los actuales del futbol costarricense.

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Lo segundo parece más remoto todavía. Gerardo Martino corroboró, después de la victoria más reciente del “Tri”, sobre Martinica, la buena impresión que ha dado hasta ahora por su ecuanimidad para poner sobre la balanza tanto las de cal como las de arena en el desempeño del equipo en lo que va de su gestión.
Seguramente se habrá lavado en casa la ropa sucia, como corresponde; seguramente habrá hablado con los jugadores acerca de las desatenciones (una falta innecesaria, cerca del área, en el primero, y un descuido en la marcación tras un corner en el segundo) que se tradujeron en los goles caribeños: goles que hicieron ajustado y por momentos hasta dramático -en los minutos finales apareció el temor de que los supuestos patos pudieran tirarle a las supuestas escopetas- un resultado que, a partir de los antecedentes históricos, tenía que haber sido desahogado.

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