Viernes, 26 de Abril 2024

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* Reflexiones

Por: Jaime García Elías

* Reflexiones

* Reflexiones

Antes de dar paso a la “Liguilla” —el verdadero campeonato del futbol mexicano, con respecto al cual las 17 jornadas precedentes hacen las veces de prólogo de la verdadera historia—, convendría, por las enseñanzas que de ahí pudieran desprenderse, echar un vistazo a las reflexiones de Sandro Mazzola, legendario atacante del Inter y de la Selección italiana entre 1960 y 1977, con respecto a la ya irreversible ausencia de la “Squadra Azzurra” en el Mundial de Rusia 2018.

Tales reflexiones podrían venir al caso, a partir de los temores de que el futbol mexicano pudiera pagar, al precio de la ausencia a uno o varios de los próximos mundiales, una penitencia similar a la que el año próximo estarán pagando los italianos, por el pecado de desnaturalizar su futbol.

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De entrada, es obvia la diferencia entre el futbol italiano y el mexicano: aquél ha ganado cuatro campeonatos mundiales; éste sigue sin saber lo que es jugar el quinto partido en una Copa del Mundo.

En ambos está vigente una queja: haber incorporado demasiados jugadores extranjeros en los elencos de sus equipos profesionales. (Inquietante botón de muestra: de los 29 goles anotados por el Monterrey en la fase clasificatoria —la cifra más alta de los 18 equipos participantes—, ni uno solo llevó la firma de un jugador mexicano).

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Mazzola (“El País”, Madrid, XI-20-17) repara en que la preparación de los jugadores, desde las fuerzas básicas, se orienta más a la fuerza física que al manejo del balón. El mundo ha cambiado, ciertamente. En Italia, como en México, ya no se juega futbol en la calle como cuando no había tantos coches. “Allí (en la calle) montábamos las porterías; allí jugábamos; allí aprendí a tirar paredes, contra la pared de la iglesia. Éramos tantos que tenías que aprender a regatear, porque si no el balón no lo veías nunca”.

Podrá decirse que en Colombia, Chile, Perú, Argentina y Brasil, que siguen siendo los viveros que de manera preponderante abastecen al futbol mexicano, sucede lo mismo: tampoco allá se juega, como antes, en la calle. Sin embargo, tiene que haber alguna diferencia porque, como dice Mazzola, “si hubiese buenos italianos (o mexicanos, diríamos aquí) en las categorías inferiores, se dejaría de fichar a extranjeros”.

(Parafraseando al General Pedro María Anaya tras la Batalla de Churubusco, en 1847: “Si hubiera parque, no estarían tantos de ustedes aquí”).

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