Pues sí: la “Liguilla” es otro campeonato. Sin embargo, la sobrevivencia en ella se sigue rigiendo por la lógica… hasta donde el futbol se deja gobernar por las frías leyes de la lógica.Claros indicios de que las victorias no están en manos del azar ni se resuelven mediante “volados”, los resultados de la primera jornada de los cuartos de final del Torneo de Clausura: las ventajas de dos goles que sacaron León sobre Tijuana y América sobre Cruz Azul, en dos de los partidos que arrojaron un vencedor, y las perspectivas favorables para “Tigres” y Monterrey -a despecho de la derrota de este último-… aunque Pachuca y Necaxa apuestan a los goles que puedan hacer como visitantes en los partidos de vuelta, y encienden veladoras para implorar el favor del cielo, mediante milagros como los que acaban de darse en las semifinales de la prestigiosa Champions League, uno a favor del Liverpool ante el Barcelona, otro para el Tottenham ante el Ajax.En lo que las historias en curso se consuman o se frustran, y en lo que las incógnitas se despejan, ahí quedan, como temas de reflexión o de debate, los apuntes de Jorge Valdano en su más reciente colaboración en “El País” (Madrid, 10-V-19):“El hincha es cada día menos aficionado y más cliente; al estadio van cada día menos pobres y más ricos; el fenómeno es cada día menos local y más internacional; el espectáculo es menos presencial y más televisivo; cada vez importa menos el juego y más el resultado; y, sobre todo, el futbol es cada día menos juego y más negocio”.Las señales de que las observaciones de Valdano retratan con fidelidad, incluso con crudeza, al futbol moderno, brotan a raudales por doquier: los aficionados mexicanos que atesoran y modelan camisetas (de marca, preferiblemente; si no, aunque sea “de tianguis”) de los Barcelona, Real Madrid, Milan, Juventus, Manchester United, Chelsea, París Saint-Germain o Bayern Munich; los costos de los boletos en los estadios, y los desembolsos adicionales (alimentos, “souvenirs”…) punto menos que obligatorios; las legiones de aficionados de todo el mundo que peregrinan para asistir a los partidos decisivos de las ligas más importantes, y, por supuesto, de la Copa del Mundo.No lo dijo Valdano, pero el futbol sigue siendo, salvo prueba en contrario, la religión politeísta más difundida de todos los tiempos.
