Viernes, 26 de Abril 2024

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* Fracaso

Por: Jaime García Elías

* Fracaso

* Fracaso

Fracaso, naufragio, colapso, aborto… Por ahí han ido la mayoría de los vocablos con que la prensa de todo el mundo ha calificado el abrupto desenlace de la intentona de varios clubes europeos, encabezados por el Real Madrid, de crear una “Superliga” supuestamente integrada por los quince fundadores y cinco más entre de los mejores equipos de todo el mundo.

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¿Hasta dónde es cierto el argumento de Florentino Pérez -presidente del Real Madrid y padre de la iniciativa- de que el futbol mundial atraviesa por una crisis económica…?

Más allá de que la pandemia de COVID-19 obligó a cerrar los estadios (y, por ende, las taquillas, con el consiguiente desplome en la venta de alimentos, bebidas y souvenirs en los estadios), hay que decir que si los grandes clubes de todo el mundo sufren para cubrir sus exorbitantes nóminas, ellos mismos son los culpables de su relativa desgracia.

El gigantismo que el futbol -y el beisbol, el basquetbol, el futbol americano y todos los deportes profesionales-ha experimentado en el último medio siglo, es la consecuencia lógica, natural, inevitable, del modelo de negocio que los dirigentes de las empresas denominadas clubes eligieron. Hicieron del deporte un espectáculo, y del deporte-espectáculo una industria que mueve miles de millones de dólares, genera intereses -algunos lícitos, otros inconfesables- y ocasionalmente ha sido motivo de maniobras, turbiedades y componendas escandalosas.

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Hubo consenso entre los analistas de todo el mundo: las categorías en el futbol se ganan en la cancha. Hubo expresiones extremadamente sensatas, como la de Pep Guardiola en el sentido de que “Un deporte no es deporte cuando no existe relación entre el esfuerzo y la recompensa; cuando solo se garantiza el éxito a unos pocos, a los que no les importa perder”. Fue bien acogida la advertencia de Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA -en concordancia con otra del presidente de la FIFA- de que clubes y jugadores que se adhirieran a la Superliga no podrían participar en la Eurocopa de Naciones ni en el Mundial de Fútbol.

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Es posible que el futbol tenga la necesidad imperiosa de evolucionar; de suscribirse a nuevas fórmulas para mantenerse vigente como el deporte más popular en el mundo. Por lo pronto, la proyectada Superliga se convierte en el ejemplo perfecto del modelo menos idóneo, precisamente por supeditar el espíritu deportivo -que debe mantenerse como el valor supremo- a los intereses económicos.

jagelias@gmail.com

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