Qué difícil evaluar si Enrique Alfaro está haciendo bien o mal las cosas al frente del Gobierno de Jalisco. Apenas termina de acomodarse en la silla como gobernador y ya ha sido recibido con dos tremendos bazucazos del Gobierno federal, y además, por su personalidad, no ha terminado de conformar un equipo que meta el hombro junto con él, y tampoco ha conseguido terminar de convocar un apoyo popular.De entrada, Alfaro vio limitado su proyecto de Gobierno desde el momento en que en el presupuesto federal le negaron los recursos para los grandes proyectos del sexenio (una cuarta línea del tren ligero y por fin el saneamiento de la cuenca del Río Santiago) y no sólo eso, sino que además no le asignaron recursos para terminar la “gran obra del sexenio anterior”, la Línea 3, y pasará un buen tiempo, interminable, antes de que se pueda ver correr y prestar servicio el primero de los trenes.Atado de manos: tendrá que gobernar con recursos apenas suficientes para salir adelante operando más o menos como hasta ahora. El presupuesto es la herramienta de Gobierno más importante, y en el caso de Alfaro simplemente “no hay”.Y después vino la crisis de desabasto de gasolina. Un golpe durísimo, porque si de por sí es crítico que una ciudad como Guadalajara no reciba suficiente gasolina, provocando una situación de estrés entre los automovilistas como no recordamos, lo más grave ha sido la incertidumbre por la falta de información; como con una venda en los ojos los más de dos millones de automovilistas que se mueven en la Zona Metropolitana han tratado de salir adelante dedicando buena parte de su atención emocional a buscar gasolina, y mucho (muchísimo) tiempo a pasar horas frentea alguna gasolinera a la espera de combustible.Y Alfaro, mientras, aparece lejos y solo.No hay a la vista alguno de sus colaboradores apoyando en lo cercano al gobernador. Son todavía un equipo difuso que apenas empieza a hacer las cosas.Alfaro no ha terminado de hacer clic tampoco con la población. Ocupado por atender a medios de comunicación nacionales (donde es un consentido por su antagonismo con López Obrador), en lo local ha elegido comunicar por Twitter, que con todas sus bondades es un medio frío, distante y obliga a estar al pendiente de su cuenta a quienes estamos interesados en la información. Pero se ha olvidado de la gran población, esa que en medio de esta crisis agradecería un mensaje por radio o por televisión.Y así aparece Alfaro al inicio de su mandato; lejano, sin hacer clic ni con sus más cercanos colaboradores, y muy solo, en un inicio de Gobierno muy agitado.
