Martes, 16 de Abril 2024

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- “Yo no fui…”

Por: Jaime García Elías

- “Yo no fui…”

- “Yo no fui…”

La declaración presidencial de que la masacre del viernes pasado -“Santo”, por cierto- en Minatitlán debe endosarse a los gobiernos anteriores, es una variante del “¿Y por qué yo…?” que pronunció, en circunstancias similares, Vicente Fox. Ambas, a su vez, son variantes del estribillo de una canción que popularizara Pedro Infante (de quien vale recordar que “No ha muerto…: vive en el corazón de todos los mexicanos”):

-Si te vienen a contar cositas malas de mí, / manda a todos a volar, diles que yo no fui…

-II-

Para empezar, reprochar al Presidente de la República la inseguridad generalizada en el país y exigir respuesta puntual a casos concretos como la señalada masacre de Minatitlán, donde fueron arteramente asesinadas trece personas, incluido un niño de un año, no significa culparlo de esos hechos. Significa responsabilizarlo -como Primer Mandatario de la República que es- de que esos hechos se esclarezcan; de que los autores de esos crímenes sean identificados, procesados y sancionados, y de que se tomen medidas para reducir, en la medida de lo posible, el riesgo de que esos episodios se repitan… O, peor aún, que se vuelvan recurrentes.

Culpar a una abstracción (la “política económica antipopular y entreguista”) o a un fantasma (el “cochinero” que dejaron los gobiernos anteriores), es una salida tan fácil como estéril. Ni los actores materiales o intelectuales de esos crímenes -los de Minatitlán o los cerca de ocho mil 500 documentados en el país los tres primeros meses del año… todos ellos, por cierto, correspondientes al período de la dizque “cuarta transformación”- fueron “los gobiernos anteriores”, ni éstos tienen personalidad jurídica para orientar denuncias formales o proceder judicialmente contra ellos.

-III-

Pretender desviar la atención y la justa preocupación de la sociedad en pleno hacia gobernantes a los que “lo único que les importaba era saquear, robar”, y que “no estaban hechos para servir al pueblo”, es tirar palos de ciego. Aquellos gobernantes, en efecto, dejaron “un cochinero”, pero corresponde a los actuales, como ya se apuntó, la responsabilidad de investigar y aplicar a los autores de todos esos crímenes las sanciones previstas por la ley.

La manera más efectiva de inhibir la criminalidad es enviar a los potenciales delincuentes, con hechos fehacientes, el mensaje de que en este país se aplica al pie de la letra la máxima de la que tomó su nombre un célebre programa radiofónico de antaño: “El que la hace… la paga”.

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