Jueves, 25 de Abril 2024

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- Voto de confianza

Por: Jaime García Elías

- Voto de confianza

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Algún ex presidente municipal de Guadalajara, al rendir uno de los informes de su administración, definió “gobernar” -¿o tomó prestada la definición sin dar crédito al autor…?- como “el arte de conjugar lo deseable con lo posible”.

-II-

Aludía, por una parte, tanto a las demandas legítimas de los ciudadanos como a los rezagos históricos en materia de servicios públicos, habida cuenta de que el Ayuntamiento es básicamente el organismo encargado de prestar a los habitantes de un municipio satisfactores tan básicos como seguridad, aseo, alumbrado público, bacheo y pavimentos, mercados, cementerios, parques y jardines…; aludía, por la otra, a la precariedad de los recursos públicos; una deficiencia que obedece, a su vez, a dos factores: uno, la recaudación exigua, insuficiente, ya que, por ejemplo, la recolección de basura es, por definición, un servicio gratuito, aunque la costumbre -madre de las leyes, recuérdese- ha institucionalizado la tradición (sana y legítima por lo demás) de la propina para quienes la realizan; y otra, las dudas sobre la pertinencia y pulcritud -esta última, sobre todo- con que se ejerce el Presupuesto.

Para el ciudadano común siempre hay lugar para la sospecha, y quienes conocen de primera mano los entresijos de la maraña administrativa tienen en la mano (aunque se guarden muy bien en decirlo) los pelos pardos de la burra, que les dan la certeza de que entre la vocación de servicio -disculpas anticipadas por el pleonasmo- de los servidores públicos y el afán por medrar en los cargos que desempeñan, ésta gana, de ordinario, la contienda por goleada… o hay, en el mejor de los casos, un empate.

-III-

Bien. El caso es que en algunos casos -Guadalajara, por ejemplo-, las elecciones de hace tres meses determinaron la renovación integral del aparato gubernamental; en otros -Zapopan y Tlaquepaque, verbigracia-, al ponerse en práctica las reformas legales que permiten la reelección (por una sola vez) en los municipios, se refrendó el mandato a quienes lo ejercieron en el trienio anterior. La medida equivale a un plebiscito, y el resultado del mismo representa, en la práctica, un voto de confianza a los gobernantes…

En efecto: algo excepcional en una democracia tan sui generis como la mexicana, en la que la regla es que las administraciones reciban la estafeta bajo el signo de una esperanza rayana, muchas veces, en la ingenuidad… y la entreguen a sus sucesores, al término del ejercicio, bajo el signo del desencanto.

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