Jueves, 25 de Abril 2024

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- “Vendaval de violencia”

Por: Jaime García Elías

- “Vendaval de violencia”

- “Vendaval de violencia”

Lo más fácil sería suscribirse a la frase –rotunda, ciertamente… aunque también cándida y simplona– que cierto personaje (“de cuyo nombre…”, etc.) acuñó hace algunos años, a raíz del trágico desenlace del secuestro de que fue víctima su hijo. Embargado por comprensibles dosis idénticas de frustración y dolor, el personaje escupió su ira y su amargura en el rostro de las autoridades, con una frase que se volvió viral, como ahora se estila decir: “¡Si no pueden, renuncien…!”.

-II-

Sería lo más fácil decir lo mismo ahora que el gobernador Aristóteles Sandoval reconoció que, en el tema de la criminalidad que va al alza, según todos los indicios, Jalisco –y la Zona Metropolitana de Guadalajara más concretamente– está azotado por un “vendaval de violencia”, y que “la situación es crítica y no tiene indicios de mejorar”: “¡Si no pueden, renuncien…”.

La fórmula, por simplista, es necia o ingenua, como se prefiera. La renuncia de las personas que, desde sus cargos públicos, estarían obligadas a prevenir los delitos y a investigar, perseguir y asegurarse de sancionar los que –no obstante las previsiones– se cometen, no solucionaría el problema. Ni dentro de la esfera gubernamental ni afuera de ella hay émulos de James Bond o de El Chapulín Colorado, capaces de salvarnos de este apuro.

Reconocer, como hizo el gobernador en su declaración del miércoles –no exactamente con esas palabras, pero para el caso da igual– que estamos en Guatemala pero vamos rumbo a Guatepeor, entraña un doloroso diagnóstico: que estamos atrapados en un remolino (o vendaval, como él dijo) de descomposición social.

Eso no significa que de repente, sin razón aparente, haya dejado de nacer gente buena y haya empezado a nacer gente perversa. Puesto que detrás de casi todos los actos de violencia hay una forma errática, maligna e inmoral, de resolver las necesidades materiales –casa, vestido y sustento–, se explica (aunque no se justifica) que, imposibilitados para hacerlo mediante el trabajo honrado, muchos jóvenes busquen en conductas delictivas (el robo, la extorsión, el tráfico de drogas…) o decididamente criminales (secuestros, asesinatos, involucramiento en la delincuencia organizada…) la vía para acceder a los satisfactores básicos.

-III-

El punto de partida es entender –como escribiera Caryl Chessman en Celda 2455, Pabellón de la Muerte– que el delincuente es, sin más, un fruto acabado de la sociedad en que vive… y que para enfrentar la maldita realidad imperante no hay fórmulas mágicas. Ni rápidas. Ni fáciles…
 

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