Jueves, 28 de Marzo 2024

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- Teoría y realidad

Por: Jaime García Elías

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Hay cosas que un Jefe de Estado no está obligado a saber. Es probable que Enrique Peña Nieto patine si le preguntan cuánto cuesta un litro de leche en un supermercado. Es difícil que Donald Trump sepa cuánto cuesta “Fire and Fury” (el libro más reciente de sus críticos). Puede ser que Michelle Bachelet ignore el precio del kilo de harina o de detergente… Reporteros ha habido que se jactan de haber puesto en un predicamento a un presidente de la república –así, con minúsculas— porque éste no supo contestar a su pregunta de cuánto cuesta un kilo de tortillas. Sin embargo, cualquiera entiende que detrás de esa pregunta, como de todas las enlistadas anteriormente, hay dolo… principalmente porque un jefe de estado no tiene la incumbencia de comprar todos los días las tortillas o la leche que llegan a la mesa de sus hijos, ni de pagar de su bolsillo la gasolina del automóvil en que de ordinario se transporta.

-II-

La mayoría entiende que la causa principal de la inseguridad es la impunidad

Hay cosas, en cambio, que un Jefe de Estado estaría obligado a saber muy bien. En el caso del Jefe de Estado mexicano, por ejemplo, que una de las principales preocupaciones de sus gobernados se relaciona con la inseguridad, y que la mayoría entiende que la causa principal de la misma es la impunidad, y que ésta se debe, primordialmente, a la probada incompetencia de la autoridad para perseguir y sancionar los delitos más graves –asesinatos, secuestros, desapariciones, robos…— que se cometen en el país.

Sorprende, en esas circunstancias, que el Presidente Peña Nieto, ayer, leyera, con todo el énfasis de que fue capaz, frases como esta: “Para que la sociedad cuente con seguridad y justicia, no puede haber perdón ni olvido para los delincuentes; no puede haber borrón y cuenta nueva”. O que proclamara, sin atragantarse, que “dejar hacer y dejar pasar a los criminales, significa fallarle a la sociedad y traicionar a México…”.

-III-

En efecto: si no constara que esas aseveraciones, textuales, estuvieron incluidas en el discurso que pronunció al inaugurar las instalaciones del 79 Batallón de Infantería, en Tecalitlán, Jalisco, cualquiera pensaría que las pronunció algún “precandidato” de oposición, de los que andan en plenas “precampañas”…, precisamente porque subrayan el contraste entre el deber ser y el ser; entre la teoría y la realidad: entre el México ideal que prometen quienes aspiran a ser sus redentores, y el México real en que viven –¿o  sobreviven…?— 120 millones de mexicanos.

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