Viernes, 26 de Abril 2024

LO ÚLTIMO DE Ideas

Ideas |

- “Sepulcros blanqueados”

Por: Jaime García Elías

- “Sepulcros blanqueados”

- “Sepulcros blanqueados”

Aunque en teoría Estado e Iglesia serían agua y aceite, en México ha sido frecuente que representantes de la autoridad civil y dignatarios eclesiásticos lleven, de manera discreta, una relación -valga la redundancia- civilizada.  Circulan aún bastantes anécdotas de las tertulias del que fuera arzobispo primado, Luis María Martínez, con presidentes de la República y altos funcionarios del Gobierno federal. Lázaro Cárdenas cultivó amistad con sacerdotes de los que había sido enemigo durante la Cristiada (1926-1929). En Jalisco, recientemente, la familiaridad entre el ex gobernador Emilio González Márquez y el hoy arzobispo emérito Juan Sandoval, motivó el escándalo de la “macrolimosna” y de varias manifestaciones en que se proclamó la consigna de “Sí al Santuario (de los Mártires), pero sin dinero del erario”. Más recientemente aún, el Presidente Peña Nieto se prodigó en cortesías, atenciones y deferencias al Papa Francisco en ocasión de la visita del pontífice a México en febrero de 2016.

-II-

Ni siquiera las recientes reformas al Artículo 130 de la Constitución (las de 1992 que otorgaron personalidad jurídica a las iglesias y concedieron la ciudadanía a los ministros de culto, y las de 2013 que permitieron optar por el matrimonio a parejas del mismo sexo) están reñidas, en lo esencial, con la conseja evangélica de “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”… No deja de resultar llamativo, por tanto -de ser noticia, pues-, el afán de los candidatos a puestos de elección popular (gobernador del estado, presidentes municipales…), por tener entrevistas con jerarcas eclesiásticos (el cardenal arzobispo Robles Ortega, el ya citado arzobispo emérito Sandoval Íñiguez)…, pero, principalmente, porque los medios tomen nota, y a ser posible den cuenta de ellas.

-III-

Es de dudarse que en el fondo de esos afanes estén las convicciones religiosas de los candidatos. Si así fuese, quizá sería suficiente con que acudieran ocasionalmente a los ritos y frecuentaran los sacramentos propios de las mismas. En el fondo, es probable que sólo se pretenda llenar las apariencias; no propiamente denotar el deseo de poner en práctica, como gobernantes, las virtudes que todas las religiones promueven -el amor al prójimo, el respeto a la vida...- sino de proyectar a los electores la imagen mediática de bondad y rectitud del fariseo de la parábola: “Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros…”, aun a riesgo de que se les tilde de “sepulcros blanqueados”.

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones