Las crisis nos permiten conocer nuestro verdadero rostro. El paso de los migrantes centroamericanos por Guadalajara -trágica versión moderna del Éxodo de los israelitas en pos de La Tierra Prometida- rumbo a Estados Unidos, fue, fugaz y todo, una situación de crisis, que confrontó dos actitudes no sólo distintas sino contradictorias, antagónicas: por una parte, quienes vieron en el fenómeno una ocasión de ejercitar el mandato evangélico del amor al prójimo; por la otra, quienes prefirieron ver en el tránsito de “La Caravana” por la que se preciaba de ser “Ciudad Amable”, una intrusión; más aún: una amenaza.Para los primeros, quedó claro que los esfuerzos de las autoridades y organismos de la sociedad civil por hacer llevadero el tránsito de miles de personas por Guadalajara, enaltece a quienes les dieron abrigo y alimento. Para los segundos, los migrantes no estuvieron a la altura de la hospitalidad que se les dispensó; de hecho, desde su perspectiva, confirmaron los temores de que fueran personas ingratas, exigentes, a las que se dio la mano… y se molestaron porque les pareció poco.-II-Por supuesto, también hubo otra posición (mayoritaria, quizá): la de los indiferentes…En el balance del episodio se asentará que el Auditorio Benito Juárez vivió un capítulo inédito; que el habitual escenario de espectáculos o contiendas deportivas, esta vez sirvió de albergue a alrededor de cinco mil personas a las que se proporcionaron techo, lecho, pan y agua a todos, y atención médica a quienes la solicitaron; que el hacinamiento, el ruido y otros factores impidieron el confort deseable; que algunos utilizaron el dinero que muchas personas caritativas les dieron, para alcoholizarse o drogarse, y, ya alterados, generar conflictos, enfrentarse a las autoridades que trataban de mantener el orden y ver por su propia seguridad, con saldo de lesiones menores y detenciones por “faltas administrativas”, que no fueron sancionadas porque nadie está obligado a lo imposible; que hubo reclamaciones a partir del mal entendido de que se les proporcionarían medios para llegar hasta los límites con el estado de Nayarit, y de que el gobierno de esa entidad los trasladaría, a su vez, hasta Sinaloa…-III-La avanzada de “La Caravana” -los migrantes que encontraron la manera de abreviar escalas- ya está en el puente de Ciudad Juárez, haciendo fila en demanda de asilo. Por ahora son cientos. En breve serán miles, tocando, en nombre de la esperanza, unas puertas que nunca se abrirán para ellos.
