Jueves, 25 de Abril 2024

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- “El Grito”

Por: Jaime García Elías

- “El Grito”

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¿Por fin: “quédense en casa”, o “vénganse al grito”...?

En el tema de las previsiones con respecto al COVID-19, son más las especulaciones y los buenos deseos que las certezas. Con respecto a los plazos en que pudieran superarse algunas etapas de la crisis, hay pronósticos -materia prima de la gran industria de las casas de apuestas- de todo tipo: optimistas, como que el “pico” de la pandemia pudiera alcanzarse a mediados de septiembre, o que para la primavera de 2021 podrían esperarse niveles de “normalidad” social similares a los previos a la crisis; y pesimistas, como que la recuperación del impacto económico -desempleo, empobrecimiento súbito de millones de familias en todo el mundo...- bien pudiera llevarse una década.

-II-

En lo que -con la venia del humorista Carlos Dzib- la autopsia dice si sobrevivimos, los anuncios hechos ayer en torno a la tradicional ceremonia de El Grito y el consabido Desfile de los próximos 15 y 16 de septiembre en la Ciudad de México, invitan a levantar la ceja...

Levantar la ceja, en efecto, es, en el lenguaje corporal, un gesto de extrañeza. Algo que viene al caso porque, tras la insistencia en que el uso sistemático del cubre-bocas en los lugares públicos y guardar la “sana distancia” aun en el núcleo familiar “llegaron para quedarse” -o, al menos, deberían acatarse durante algunos meses todavía-, ya se programaron algunos “eventos” para esas fechas.

-III-

En el caso de la ceremonia de “El Grito”, en “La Mañanera” de ayer se anunció que se piensa circunscribir a 500 personas -provistas, eso sí, de sendas antorchas “simbólicas de que se mantiene viva la llama de la esperanza”- la selecta representación, en el Zócalo capitalino, de los 120 millones de mexicanos a los que el fervor patrio invade con especial enjundia en esas fechas, en vez de las 100 mil que de ordinario se reúnen con tan loable pretexto. En cuanto al desfile cívico-militar, se anticipa que habrá menos contingentes y, por supuesto, muchos menos espectadores de los habituales.

Los festejos -como tantas cosas- bien pudieron haberse sustituido por otros que cancelaran, de plano, la posibilidad de que haya aglomeraciones... y, en consecuencia, riesgos de contagio. Se desperdiciará, pues, muy probablemente, una dorada oportunidad de mandar a la población el mensaje de que, en circunstancias excepcionales, como las presentes, deben tomarse medidas excepcionales..., en las que, si no es demasiado pedir, prevalezca la sensatez sobre la euforia.

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