Sábado, 20 de Abril 2024

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- ¿Bienvenidos…?

Por: Jaime García Elías

- ¿Bienvenidos…?

- ¿Bienvenidos…?

Cualquiera diría que los rótulos en la frontera que acaba de dejar atrás “La Caravana” de migrantes centroamericanos (hondureños, salvadoreños, guatemaltecos…), son esperanzadores: “Bienvenidos a México”. Otro tanto se diría de las declaraciones del Presidente electo López Obrador: “No queremos que ellos sufran lo que padecen nuestros compatriotas cuando se ven en la necesidad de ir a Estados Unidos...”.

-II-

La realidad, sin embargo, es muy diferente…

La bienvenida, para empezar, no pasa de ser una cortesía, condicionada a que los viajeros que lleguen a ese punto hayan satisfecho los trámites migratorios que son de rigor en casi todo el mundo. La frase del Presidente electo no pasa de ser un buen deseo… Su petición al gobernador de Chiapas, de procurar que los migrantes “tengan dónde dormir”, bien que mal, es atendible. Que, además, tengan qué comer, dependerá principalmente de las personas que, a título personal, les regalan lo mismo una botella de agua o un paquete de galletas que una camisa o un par de zapatos usados.

México, como país, difícilmente dispondría de recursos para instalar y mantener en operación los albergues -con camas, comedores, cocinas, consultorios y dispensarios médicos, etcétera- que serían necesarios para atender a todos los migrantes: lo mismo a los que deciden cambiar la pesadilla que es la vida en su país de origen por la esperanza indecisa de “el sueño americano”, que a los que estarían dispuesto a quedarse en México… aun a sabiendas de que miles de mexicanos también emigran o esperan emigrar “hacia el norte” -recuérdense los “pueblos sin hombres”, de los que hay ejemplos ilustrativos en varios estados..., Jalisco entre ellos-, porque las perspectivas de realización personal y de acceso a una vida decorosa mediante el trabajo honrado en su propio país, a veces son raquíticas…, y muchas veces, nulas.

-III-

Aferrarse al discurso de que durante su Gobierno -que entrará en funciones dentro de 40 días- “habrá trabajo tanto para mexicanos como para centroamericanos ‘pobres’”, a sabiendas de que no dispone de la varita mágica que haga realidad ese buen deseo, es, por decir lo menos, una inconsecuencia.

Más allá de las buenas intenciones que seguramente habrá detrás de sus palabras, pocas cosas hay más tristes que alimentar en las mentes de los ingenuos y en los estómagos de los hambrientos -lo mismo de quienes tienen hambre de pan que de quienes tienen hambre y sed de justicia-, ilusiones que casi seguramente derivarán en desencantos.
 

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