El de “lo(a)s desaparecido(a)s” es un tema de los que más se habla en México… y de los que menos se sabe.Hay, con bastante frecuencia, en las principales ciudades del país, marchas, mítines, manifestaciones y similares. La Glorieta de los Niños Héroes, en Guadalajara, rebautizada como “de los (y las) desaparecidos”, ha sido redecorada con carteles en que aparecen nombres y fotografías de personas de las que no se tienen noticias, y rótulos, de todas las dimensiones imaginables, en que se exige a las autoridades localizar a esas personas. La flamante estatua de Fray Antonio Alcalde, en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, fue convertida por su propio autor en panfleto para porfiar en esa demanda. El Presidente López Obrador, en fin, acaba de asignar “presupuesto (económico, se entiende) ilimitado”, para que “todas las instituciones, todo el Gobierno”, se aboquen a “esta justa causa de encontrar a los desaparecidos”.-II-Entre los millones de informaciones publicadas en México sobre el asunto, destacan algunos datos: en el país ocurren siete desapariciones diarias; en los últimos 10 años se han registrado más de 25 mil; en total hay 40 mil denuncias no resueltas; en ese lapso se han encontrado mil 300 fosas clandestinas; en morgues, fosas comunes o criptas adquiridas ex profeso, hay 26 mil cadáveres sin identificar.Algunos reportajes coinciden en que el problema rebasa ampliamente a las autoridades. Las denuncias caen en el vacío. No hay protocolos de búsqueda. No hay recursos -ni económicos ni de personal- para ello. Los propios familiares, en apenas 1% de los casos, contratan detectives o indagan por su cuenta… infructuosamente casi siempre. Se tiene una estimación aproximada sobre la cifra de desaparecidos… pero ninguna idea de cuántos habrían sido secuestrados o privados ilegalmente de su libertad, y cuántos habrían desaparecido por su propia iniciativa, ni mucho menos de sus motivos para hacerlo.-III-Un informe de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos señala que por más que se reforman las leyes y se crean organismos orientados a atacar ese problema, ni siquiera hay información precisa y confiable sobre las dimensiones del mismo… ni, por ende, investigaciones prontas y efectivas.Hasta ahora, pues, casi todo ha quedado en palabrería.Ahora habrá dinero del Gobierno, sí… pero no una estrategia que prometa mejores resultados que los de la búsqueda de una aguja, no en un pajar como en el proverbio, sino en la selva.
