Bañar a un perro puede ser una experiencia divertida o desafiante, dependiendo del temperamento del animal. Mientras algunos canes disfrutan chapotear en el agua, otros parecen ver la bañera como una amenaza. ¿Qué sienten realmente los perros cuando los bañamos? La ciencia del comportamiento animal ofrece algunas respuestas reveladoras que ayudan a comprender lo que hay detrás de sus reacciones.Para los perros, el baño no es simplemente una rutina de limpieza; representa una experiencia sensorial compleja. Según expertos en comportamiento canino, como los del American Kennel Club (AKC), los perros procesan el mundo de forma muy diferente a los humanos, con un enfoque sensorial mucho más agudo, especialmente en cuanto al olfato y la audición.Durante el baño, los olores del shampoo, el sonido del agua corriendo y el contacto constante pueden sobrecargar sus sentidos. Esto puede provocar desde nerviosismo leve hasta episodios de estrés intenso, especialmente en perros que no han sido socializados adecuadamente para esta rutina.De acuerdo con un estudio de la Universidad de Lincoln, en Reino Unido, los perros pueden mostrar signos de ansiedad situacional durante el baño. Estos signos incluyen temblores, jadeo, orejas hacia atrás, mirada baja, e incluso intentos de escapar.Lo que para los humanos es una actividad higiénica puede ser interpretado por el perro como una situación de falta de control. “El baño restringe su movimiento, altera su temperatura corporal y los expone a ruidos inusuales”, explica la doctora Deborah Wells, psicóloga animal. Esta combinación puede generar una respuesta de estrés agudo, sobre todo en animales más sensibles.No todos los perros odian el baño. Algunos, especialmente los que fueron acostumbrados desde cachorros y asociaron el agua con juegos o recompensas, pueden disfrutarlo o al menos tolerarlo sin angustia. Además, razas como el Labrador Retriever, el Golden Retriever o el Spaniel de agua tienen una predisposición genética a disfrutar del agua, lo cual facilita su adaptación.La clave para que el baño no sea una experiencia traumática radica en la asociación positiva. Recompensas, caricias, un tono de voz calmado y movimientos suaves pueden hacer una gran diferencia. También se recomienda usar productos con olores suaves y evitar ruidos fuertes, como los de secadoras potentes.Un estudio publicado en el Journal of Veterinary Behavior destaca que los perros que reciben refuerzos positivos antes, durante y después del baño desarrollan menos signos de angustia con el tiempo. En otras palabras, pueden aprender a tolerar (e incluso disfrutar) esta actividad.Observar a un perro antes, durante y después del baño revela mucho sobre su estado emocional. Si sacude el cuerpo repetidamente, evita el contacto visual o se esconde tras el baño, puede estar experimentando niveles altos de incomodidad o ansiedad. Por otro lado, si se muestra relajado, mueve la cola o se queda tranquilo en la bañera, probablemente su experiencia es neutra o incluso placentera.Dependerá de su historia, su genética, su entorno y su relación con los humanos. La ciencia confirma que para muchos canes, el baño puede ser estresante si no se maneja adecuadamente. Sin embargo, con paciencia, empatía y entrenamiento positivo, es posible convertir esta rutina en un momento de conexión y cuidado mutuo.BB
