La reciente ofensiva militar entre Estados Unidos e Irán ha vuelto a poner sobre la mesa uno de los mayores temores a nivel global: una eventual escalada que implique el uso de armamento nuclear, una de las amenazas más devastadoras para la humanidad.Las armas atómicas actuales han superado ampliamente el poder destructivo de las utilizadas durante la Segunda Guerra Mundial. Algunas versiones modernas, como las bombas termonucleares, pueden tener una potencia hasta 80 veces superior a la bomba lanzada sobre Hiroshima. Un ejemplo alarmante fue la prueba nuclear realizada por Corea del Norte en 2016, cuyo estallido subterráneo alcanzó los 100 kilotones y generó sismos de magnitud 6.3 y 4.6.Ante este escenario, surge una pregunta que sigue siendo relevante: ¿cuán lejos habría que estar para tener posibilidades reales de sobrevivir a una explosión nuclear?Una detonación nuclear libera energía en varias formas, siendo la radiación térmica una de las primeras en manifestarse, viajando casi a la velocidad de la luz. Esto genera un resplandor extremadamente brillante y una ola de calor abrasadora.De acuerdo con el canal especializado AsapSCIENCE, una bomba de un megatón (aproximadamente 80 veces más poderosa que la de Hiroshima) puede causar ceguera instantánea en un radio de hasta 21 kilómetros durante el día, y de hasta 85 kilómetros durante la noche.En el punto de impacto, las temperaturas pueden superar los 300 mil grados Celsius, lo que equivale a más de 300 veces la temperatura necesaria para incinerar un cuerpo humano. Ningún ser vivo podría sobrevivir en esa área.La exposición al calor también tendría efectos letales a distancias menores:La explosión también produce una onda expansiva capaz de derribar edificaciones y generar ráfagas de viento intensas:En estas condiciones, la supervivencia es casi nula. Y para quienes lograran resistir ese primer embate, aún quedaría enfrentar un enemigo invisible y persistente: la radiación.Después de la detonación, partículas altamente contaminantes (resultado del material nuclear y del entorno vaporizado) se elevan y vuelven a caer con el viento, en un fenómeno conocido como lluvia radiactiva. Este residuo puede desplazarse por cientos de kilómetros, afectando cultivos, fuentes de agua, animales y humanos.En explosiones submarinas o subterráneas, el polvo radiactivo puede esparcirse con mayor facilidad. Tal fue el caso de la prueba Castle Bravo, cuando restos calcinados de coral cayeron sobre barcos en forma de polvo blanco.Más allá del daño inmediato, este tipo de contaminación puede generar enfermedades graves, reducir la temperatura global (lo que se conoce como “invierno nuclear”) y provocar un descenso masivo en la producción de alimentos.Además de lesiones físicas, los efectos de una explosión nuclear incluyen trastornos psicológicos, enfermedades crónicas y una elevada incidencia de cáncer, especialmente de tiroides.Kathryn Higley, especialista en ciencia nuclear de la Universidad Estatal de Oregón, indicó a Business Insider que la probabilidad de sobrevivir depende de múltiples variables, como:Incluso a distancia, los daños pueden ser fatales debido a la exposición a la radiación, incendios, derrumbes y carencia de servicios básicos.Una simulación realizada por la Universidad de Princeton en 2019 estimó que un conflicto nuclear entre Estados Unidos y Rusia provocaría más de 91 millones de muertes en pocas horas, sin considerar los efectos secundarios como hambruna o colapso ecológico.Un conflicto regional, como entre India y Pakistán, podría desencadenar una crisis alimentaria global afectando a más de mil millones de personas.Una guerra entre potencias nucleares mayores podría llevar a la muerte de hasta el 90% de la población mundial debido a la escasez de alimentos en los años posteriores.Con información de AsapSCIENCEBB