Jueves, 25 de Abril 2024

El papel del auditor externo en tiempos de pandemia

Ahora más que nunca, las organizaciones tienen la responsabilidad de demostrar que crean valor no solo para los accionistas, sino para la sociedad en su conjunto

Por: Gustavo Méndez, Socio Líder de la Industria de Servicios Financieros en Deloitte Spanish Latin America

Los servicios de auditoría se han convertido en una pieza clave para reducir la incertidumbre del entorno. ESPECIAL

Los servicios de auditoría se han convertido en una pieza clave para reducir la incertidumbre del entorno. ESPECIAL

Durante casi dos años, la crisis de salud pública se ha posicionado como un tema prioritario a nivel global; sin embargo, hoy, a medida que las organizaciones superan su fase de respuesta inmediata y que emprenden su recomposición hacia el futuro, comienzan a evidenciarse otros desafíos que también son apremiantes -sobre todo en materia de economía y finanzas-, y que conllevan un impacto no solo para las empresas, sino para todo el ecosistema que les rodea.

Frente a este panorama tan particular, las organizaciones deben concentrar sus esfuerzos tanto en reducir la incertidumbre de su entorno como en establecer escenarios que generen confianza a los actores con los que interactúan, a través de datos oportunos y confiables. En este sentido, y desde una perspectiva empresarial, los servicios de auditoría externa o independiente se han convertido en una pieza clave en esta misión, pues, en el corto y en largo plazos, éstos pueden contribuir al desarrollo de una economía y de una sociedad prósperas.

Más allá de solo la opinión de información financiera, los servicios de auditoría tienen, en la actualidad, dos enfoques importantes: por un lado, brindar seguridad sobre aspectos más amplios de negocio (como la gobernanza, la cultura y la ética, la transparencia, la viabilidad y la seguridad cibernética); por el otro, crear un impacto en el mundo (al permitir, por ejemplo, que las organizaciones que establecen objetivos y estándares de sostenibilidad comprueben que su compromiso, en la práctica, sí contribuye a contrarrestar, por mencionar un aspecto, el cambio climático).

Tomando en consideración lo anterior, podemos apuntar que las auditorías posibilitan hacer lo correcto en beneficio del interés público y que, en este mismo sentido, los auditores son quienes contribuyen a generar confianza y transparencia entre las partes interesadas de las empresas. Ahora más que nunca, las organizaciones tienen la responsabilidad de demostrar que crean valor no solo para los accionistas, sino para la sociedad en su conjunto.

La intervención de los auditores adquiere, así, un valor fundamental, al ofrecer un punto de vista independiente sobre la información financiera que reportan las empresas, brindando mayor credibilidad y confiabilidad.

Si bien esta labor es desafiante, hacerla en las circunstancias actuales se vuelve todavía más complicado, debido, en gran parte, a que el contexto de emergencia sanitaria puede afectar significativamente la revisión que se hace a la valoración previamente realizada a la entidad, la cual constituye un requisito para la auditoría. Ejercer un juicio consistente con las normas de auditoría y contabilidad en el entorno del COVID-19 es complejo, pero la historia del impacto de la pandemia en los mercados financieros no estará completa si se cuenta solo desde el futuro.

En ese sentido, es importante destacar que, aunque los requerimientos exigidos por diferentes marcos contables y regulatorios pueden variar, la preparación de los estados financieros que se llevan a cabo de manera interna tiene, generalmente, algo en común: se realiza sobre la base contable del negocio en marcha o empresa en funcionamiento. Para determinar si la empresa, en sus circunstancias específicas, tiene la capacidad de continuar en funcionamiento durante al menos -pero no limitado a- 12 meses, a partir de la fecha de presentación de los informes financieros, es necesario realizar un análisis en esta materia, por parte de la administración de la entidad, lo que implica emitir un juicio, en un momento particular en el tiempo, sobre los resultados futuros, tomando en cuenta los eventos y condiciones actuales.

Esto requerirá que las empresas consideren, entre otros aspectos: 1) el alcance de la disrupción operativa; 2) la posible disminución de la demanda de productos o servicios; 3) las obligaciones contractuales vencidas o anticipadas dentro de un año; 4) los posibles déficits de liquidez y de capital de trabajo; 5) el acceso a fuentes de capital existentes (como la línea de crédito disponible o apoyos gubernamentales).

En un entorno retador, como en el que actualmente nos encontramos, la claridad en las revelaciones consideradas por los directivos de las compañías que se encuentran operando, al momento de hacer juicios prospectivos, es importante para proporcionar información oportuna y transparente a los mercados de capital. Además, es primordial no tergiversar esta información y encubrir los desafíos financieros previamente existentes como si fueran resultado del impacto de la pandemia, una situación en la que, sin duda, el rol del auditor externo será fundamental.

El COVID-19 ha propiciado desafíos prácticos que afectan la capacidad de las organizaciones para producir información verídica y confiable; ante este escenario, los auditores, hoy, se han convertido en un referente para evaluar la razonabilidad de los juicios previamente señalados, brindando una mayor certeza sobre las empresas, impulsando la transparencia y confianza, y buscando crear un impacto no solo en las organizaciones, sino en la forma de hacer negocios y, de manera general, en toda la sociedad.

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